Inicia un nuevo año. Por lo general, caemos en la trampa de confundir nuestros deseos con la realidad. Nos felicitamos y nos auguramos éxitos. Sin embargo, habría que hacer una reflexión mucho más realista del año que se nos fue y la perspectiva del que comienza; reconocer nuestras derrotas, potenciar voluntades y buscar soluciones a nuestros males. Para comenzar: no estamos solos.
El 2006 terminó con un hecho patético, que dejó sinsabores y pocos espacios para la esperanza de construir una sociedad humana mejorada; me refiero al ahorcamiento de Sadam Husein y su “puesta en escena global”. Todo este acontecimiento recargado de sadismo no refleja otra cosa más que la sed de venganza no tiene límites para la inmoralidad. Los enemigos de Sadam festejaron y bailaron; sus partidarios iniciaron el “cobro” con 70 muertos.
El presidente de Estados Unidos dice que el ajusticiamiento de Sadam es un paso más hacia la democracia de Irak. Mal inicia una democracia que tiene como fondo una invasión militar justificada con falsedades; sobre un cementerio de centenares de miles de víctimas inocentes y sobre las venganzas contra los derrotados. La perspectiva en Irak es siniestra.
En nuestro terruño la violencia delincuencial continua galopando imparable. El gobierno celebró por una leve alza del crecimiento de la economía, pero el número de asesinados y de afectados por los actos violentos también crecieron. Lo positivo va aparejado del dolor humano. Hubo celebraciones oficiales por el crecimiento de las remesas, mientras, en el otro extremo la familia se divide y sufre “lo que no está escrito” por la imposición de tener que emigrar en busca de trabajo.
Pienso ahora que aquella idea del poeta guatemalteco Otto René Castillo: “Hermosa encuentra la vida, quien hermosa la construye”. Es la utopía que choca contra la realidad. Puede encerrar esa frase la máxima de nuestras acciones. Lanzo mi propuesta al aire como un grito desesperado para no sucumbir.
Reconocer que estamos mal no es ser pesimista como muchos creen; mentir y esconder la verdad es un cinismo condenable. La incertidumbre no debe implicar desesperanza. Enarbolar la utopía de un mundo convivible es la meta.
Autor: Juan José Dalton
Fecha: 1 de Enero de 2007