SAN SALVADOR - A mi esposa le extirparon el útero el lunes pasado. Mi cuñada y yo estábamos en el cuarto del Hospital cuando llegó el médico a contarnos del resultado de la operación. ¡Todo bien!
Después de una breve explicación, nos dice: ¿Quieren ver el producto operado?
En medio de aquel lenguaje médico, quizás mi cuñada entendió que si queríamos ir a ver a Lina. Yo le respondía que no era necesario, pero mi cuñada insistió...Así que entramos a una salita y en una bandeja de plástico verde estaba envuelto en un paño celeste "el producto operatorio": el útero de mi mujer.
Nunca había visto un útero, así en vivo... Había sangre y mi cuñada, la Maru, no sabía para dónde mirar. Y a mi se me iban los ojos de curiosidad.
¡Increíble! Nos dio miles de explicaciones; el médico tocaba aquella cosa por todos lados y nos explicaba y nos explicaba...
Sólo pensaba: Hoy conozco a mi mujer más de lo que ella cree... He visto dónde realmente mis espermatozoides y sus óvulos se unieron e hicieron posible la vida de nuestros hijos: Camila y el Jey...
Quizás no hubiera sido necesario ver su útero, pero después de verlo la vida me parece más mágica que de costumbre, más increíble...