martes, 31 de marzo de 2009

Las gracias que nunca di

Por Juan José Dalton (ContraPunto)
SAN SALVADOR – Habíamos salido huyendo del hospitalito de La Montañona, en Chalatenango. La invasión de octubre, una de las más grandes que realizó el ejército en toda la historia de la guerra, había comenzado. La Montañona era el centro “neurálgico”; ahí estaba la comandancia de las FPL, incluso, el máximo jefe, “Marcial”, así como todo su Estado Mayor.


Decenas de personas hicieron columnas apresuradamente y comenzamos a “güindiar”. Íbamos por un lugar y después regresábamos por el mismo. Agarrábamos por un sendero, luego parábamos durante horas y en silencio a esperar la noche. Los exploradores del enemigo andaban cerca. Los helicópteros ronroneaban por nuestras cabezas y cuando detectaban algo ametrallaban; después pasaban los aviones bombardeando.


En una de estas paradas agotadoras y tensas, me di cuenta que el prisionero de guerra que llevábamos –un campesino de ORDEN, al que se acusaba de varios crímenes contra civiles- se sentía mal. Me le acerqué y le pregunté qué le pasaba y me contestó que le dolía mucho la cabeza.


Entonces fui a buscarle dos pastillas. Se las tomó y me dio las gracias, como dice nuestra gente: “Qué Dios se lo pague”.


No lo volví a ver más en la güinda, que siguió por rumbos indefinidos. Caminábamos de noches por unos filos inimaginables. Recuerdo que en una de estas noches perdimos los primeros equipos que habían llegado para la Radio Farabundo Martí. Un burro llevaba encima dos consoladas grandes y en uno de esos filos el animal puso "el pie" donde no debía y únicamente escuchamos el ruido de la carga al rodar por el precipicio.


Al amanecer llegamos a un cañaveral. Hambrientos como estábamos comenzamos a cortar cañas y a chupar el jugo. Seguramente el ruido aquel hizo que los soldados nos detectaran y nos emboscaron. Hubo una estampida hacia cualquier parte.


Yo, herido y débil, quedé solo. Hasta que Frank, el dominicano, y Neto, el médico, me localizaron y se dispusieron a acompañarme. Las ráfagas de ametralladora se escuchaban por todos lados. Los tres quedamos en medio de arbustos, hasta que llegó la noche y pudimos caminar hacia quién sabe dónde.


En una ocasión llegamos tan cerca de los soldados que sentíamos el olor a cigarro y sus voces. Pasaban las horas y estábamos cada vez más débiles y hambrientos. Frank se había caído y se había golpeado fuertemente la canilla en una piedra. Hasta el hueso le vimos.


Una noche llegamos a un cerrito; veíamos luces a lo lejos. La noche era tan oscura que creíamos que estábamos bien protegidos y cometimos el más grave error de quedarnos dormidos los tres.

“¡¡Miren, aquí hay tres dormidos!!”, le decía un soldado al resto de la unidad que pasó a unos metros de nosotros. “¡¡No!! Están muertos, los matamos ayer”, decía el jefe de la unidad. Y el otro necio que estábamos dormidos; tres soldados nos apuntaban con sus armas y nos comenzaron a golpear.


Inmediatamente toda la unidad nos rodeó y nos amarraron los pulgares con cordeles. No tuvimos ninguna posibilidad de responder: yo estaba desarmado; Neto portaba una pistolita 22 y quizás nunca había disparado en su vida; Frank llevaba una subametralladora UZI, pero con pocas balas ya que dos días antes había descargado su arma contra unos “kaibiles” a los que eliminó una unidad de las FES, y donde quedó muerto “Toño”, nuestro querido y simpático fundador de las Fuerzas Especiales en el Cascajal, en los filos de Arcatao.


Los soldados nos llevaron al cuartel de la Guardia Nacional (GN) de Las Vueltas. Ahí nos comenzaron a golpear bárbaramente. Nos colgaron los tres del techo, como piñatas. Nos preguntaban por “Marcial”. ¿Quién podría dar su ubicación en aquellas circunstancias?
Colgados estábamos los tres cuando de pronto veo entrar al cuarto a alguien que se me parecía conocido. “¿Quién de estos es jefe?”, le preguntó el jefe del operativo en la zona. ¡Era el prisionero de guerra! Había logrado escaparse y llegó hasta Las Vueltas. Nos miraba a los tres sin pronunciar palabras. De haber dicho que alguno de nosotros era jefe no nos hubiéramos librado de mayores y más crueles torturas.


Se le quedó viendo fijamente y dijo: “No mi capitán, ninguno de estos es jefe, a ninguno conozco...”.


Nos bajaron del techo y el capitán al mando llamó al Estado Mayor para informar que había capturado a tres guerrilleros, uno de ellos extranjero. Escuchamos claro cuando el alto jefe dijo por la radio: “no les hagan nada, ya voy a mandar por ellos”.


Minutos después llegó un helicóptero. Nos tiraron a su interior como que éramos sacos de mercadería. El aparato levantó vuelo. Decenas de campesinos con machetes desenvainados habían rodeado la nave y gritaban que nos querían matar.


Desde lo alto, el verde en sus diversas tonalidades era lo que resaltaba. Minutos, quizás horas de horror habían pasado. Aquel prisionero de guerra, acusado de graves crímenes, me salvó la vida. No sé su nombre ni sé si estará vivo, pero ahora es cuando puedo darle las gracias. Donde quiera que esté...

jueves, 26 de marzo de 2009

De la televisión al poder

Por Juan José Dalton (PROCESO)

Durante 12 años de guerra civil en El Salvador, los líderes guerrilleros del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) asumían que no tenían más opción que las armas para tomar el poder y transformar al país. El pasado domingo 16, esa organización ganó la presidencia de su país a través de las urnas. Ahora su principal figura no es un curtido excomandante rebelde, sino un popular periodista de televisión sin militancia política: Mauricio Funes Cartagena.


SAN SALVADOR – En noviembre de 1989 la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) tomó por asalto el lujoso hotel Sheraton durante su última ofensiva contra la capital. Casi 20 años después –el miércoles 18– en ese mismo hotel el Tribunal Supremo Electoral declaró ganador al FMLN en las reñidas elecciones presidenciales del pasado domingo 15.
Durante esa ofensiva de 1989, un comando guerrillero retuvo por varias horas en el Sheraton al brasileño Joao Baena Soares, entonces secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). Ahora la OEA se convirtió en uno de los garantes de las elecciones presidenciales –a las cuales calificó de limpias y libres– y evitó cualquier intento de fraude por parte del partido de derecha en el poder: la Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
Hace dos décadas, el ejército tenía orden de capturar “vivos o muertos” a los cinco guerrilleros que encabezaron dicha ofensiva militar. Ahora el ejército vigiló, junto con la Policía Nacional Civil (PNC), el desarrollo de los comicios y esperó tranquilamente sus resultados.
Desatada la guerra civil (1980-1992), los líderes guerrilleros asumían que el FMLN no tenía más opción que las armas para tomar el poder y transformar al país. Ahora, esa organización accede a la presidencia a través de las urnas y su principal figura no es un excomandante rebelde, sino un periodista: Mauricio Funes Cartagena, quien ganó las elecciones con 51.32%, de los votos, apenas 2.6 puntos delante de su contrincante de Arena, Rodrigo Ávila.
Funes –sin militancia partidista, pero crítico de los gobiernos de derecha– es protagonista de un hecho inédito: por primera vez en la historia de esta pequeña y convulsionada nación centroamericana la izquierda llega al poder. Se trata de “un cambio trascendental, de un quiebre de la historia que ocurre sin disparar un tiro”, resume a Proceso el historiador Roberto Turcios.
Y es que el FMLN no es una izquierda cualquiera: desciende de una organización guerrillera de ideología radical que mezclaba el marxismo-leninismo, la socialdemocracia y la teología de la liberación y empuñaba las armas para establecer un “Estado popular revolucionario” al estilo del que instalaron los hermanos Castro en Cuba o los hermanos Ortega en Nicaragua.
Pero el hecho también es trascendente porque por primera vez la derecha salvadoreña –en cuyo seno existen resabios dictatoriales– aceptó con resignación el resultado de los comicios. De hecho, Arena tiene sus orígenes en la guerra civil y su fundador fue Roberto D’Aubuisson, exmayor de inteligencia ya fallecido, quien dirigió los Escuadrones de la Muerte, y a quien incluso se le acusa de ser el autor intelectual del asesinato del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, cometido el 24 de marzo de 1980.
El triunfo de Funes marca el final de una etapa, iniciada en enero de 1992 –cuando la guerrilla y el gobierno firmaron en México el Acuerdo de Chapultepec que puso fin a 12 años de guerra civil–, pero se extendió durante 20 años, período en que El Salvador fue gobernado por Arena. Pese a que se convirtió en partido político, el FMLN se conformó con ganar alcaldías y en ocasiones dos o tres diputados más que Arena en el Congreso nacional.
El actual presidente de El Salvador, Antonio Saca, dijo en más de una oportunidad que su partido Arena no creía en la alternancia. Sin duda, Saca es el gran perdedor en esta historia: se vanagloriaba de ser el más popular de los líderes nacionales; ahora tendrá que ponerle la banda presidencial a Funes en un acto público.
“Ese será el verdadero final de la guerra civil. Ahí se cerrará el capítulo de la posguerra y se abrirá el de la democracia”, dice al reportero el diputado y excomandante Roberto Lorenzana, jefe de campaña de Mauricio Funes.El poder de la imagenNacido en San Salvador el 18 de octubre de 1959, Funes cursó la educación básica y el bachillerato con sacerdotes jesuitas en el Externado San José, donde también fungió como profesor de letras en sus años juveniles.
En esa escuela lo conoció Hato Hasbún, quien fue su profesor de filosofía y quien desde entonces ha sido su mentor político. “Funes era un lector que devoraba libros y un excelente estudiante, discutidor (…) En ocasiones me daba miedo de que él pudiera ocupar mi puesto de profesor con todo lo que sabía y aprendía”, recuerda Hasbún, asesor del presidente electo y de quien la prensa local dice que ocupará un cargo clave en el gobierno del nuevo mandatario.
Funes empezó a estudiar la carrera de letras en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), también administrada por jesuitas. Lo hizo por invitación de Hasbún, quien entonces era director de proyectos de dicho centro de estudios. Pero Funes no terminó esa carrera. Optó por hacer periodismo. En principio ayudó a fundar la radio y el Centro de Audiovisuales de la UCA.
En 1981, la Policía Nacional desató la represión contra los estudiantes universitarios y de bachillerato. Roberto El Ti Ti Funes, hermano de Mauricio, fue detenido y desaparecido. Unas horas después, su cadáver fue encontrado en un descampado.
A Hasbún se le humedecen los ojos cuando recuerda ese hecho. “Fue duro para todos. Roberto también había sido mi alumno. Fue duro para Mauricio (…) Pero él ya lo dijo: los perdono”. Durante la campaña electoral Funes nunca mencionó el episodio sobre su hermano.
A finales de los ochenta, Funes trabajó en los programas noticiosos de los canales 10 y 12. En 1992, se convirtió en conductor de la llamada Entrevista al día, y en 1997, en director de noticias de Canal 12. Estas últimas actividades las realizó al mismo tiempo que era corresponsal de la cadena estadunidense de televisión CNN, con la que trabajó hasta 2007. El 28 de septiembre de ese año fue elegido por el FMLN como su candidato presidencial y ratificado en 11 de noviembre siguiente.
Funes cobró protagonismo no sólo por sus entrevistas, sino por sus críticas al gobierno. Todos recuerdan su cobertura de los terremotos que azotaron a ese país el 13 de enero y el 13 febrero de 2001 y sus denuncias sobre el escamoteo de la ayuda gubernamental e internacional destinada a las poblaciones afectadas. Debido a ello Funes declaró que recibió amenazas en su contra y presiones del gobierno para suprimir publicidad al canal de televisión.
En ese entonces el dueño de Canal 12 era Jorge Zedán, un empresario de origen árabe a quien los regímenes militares consideraban “comunista” debido a sus posiciones liberales y a que abrió espacios del canal a las opiniones de dirigentes de izquierda y de la sociedad civil.
En 2005, TV Azteca de México compró Canal 12 y despidió a Funes. Lo hizo por presiones del gobierno salvadoreño, según denunció públicamente el entonces conductor de noticias. En 2005, Funes adquirió un espacio en el Grupo Magavisión, que controla tres canales de televisión y varias radios locales. En agosto de 2007, esa empresa también rescindió el contrato con Funes cuando supo de su posible candidatura presidencial.
De 49 años, Funes es católico. Se divorció en dos ocasiones, lo cual fue explotado por sus adversarios para criticarlo durante la campaña electoral. En la actualidad está casado con la brasileña-salvadoreña Vanda Pignato, con quien procreó un hijo, Gabriel. Hasta septiembre de 2007, Vanda fue representante del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil en Centroamérica.
De hecho, ella presentó a Funes con Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil. Hasbún apunta que ambos “son grandes amigos. Incluso, cuando Lula vino a El Salvador y no era todavía presidente, se hospedó en la casa de los Funes”. Y en noviembre pasado, cuando el mandatario Lula vino a El Salvador para participar en la Cumbre Iberoamericana, recibió a la pareja en el lugar donde él se hospedaba. Luego, “durante esta campaña electoral salvadoreña, Lula recibió en dos ocasiones a Mauricio y a Vanda en la casa de gobierno de Brasilia”.
El año pasado, en medio de la campaña electoral, Alejandro Funes, el hijo mayor del entonces candidato, fue asesinado en Francia, donde estudiaba fotografía. Un individuo de origen africano lo atacó con un puñal.
Pese a su aspecto adusto y serio –algunos de sus colaboradores afirman que tiene poco sentido del humor–, Mauricio Funes posee carisma y las cámaras de televisión lo entrenaron para la actuación.
A diferencia de algunos excomandantes guerrilleros que le rodean, Funes viste pulcra y elegantemente. Sus ropas son “de marca”, muchas de las cuales le patrocinaban sus espacios de opinión cuando era periodista, como Raph Lauren, Aldo Conti y Armani. Reside en una lujosa mansión, propiedad de su amigo, el millonario Nicolás Salume, y entre sus vehículos tiene un Mini Morris gris.
“Mauricio no era un hombre del partido. No era, como decimos nosotros, orgánico. Pero él estaba en el proceso, de ahí su crítica (al gobierno de Arena)”, explica su principal asesor político, Hato Hasbún, quien milita en el FMLN desde que éste era organización guerrillera.
Popularidad y carisma son las características que hicieron atractivo a Funes como candidato presidencial. De hecho, Hasbún lo propuso como candidato ante la dirigencia del FMLN desde 2004. No fue aceptado. “No era el momento y tuvimos que esperar”, explica Funes. Ese año el partido eligió a un excomandante histórico: Shafick Handal, quien, hasta su muerte en enero de 2007, se convirtió en el líder real de esta organización.
En 2007, Hasbún volvió a preparar el camino de Funes como candidato del FMLN: entregó a la dirección del partido los resultados de varios estudios realizados por la empresa Notiperiodismo –propiedad de ambos, dedicada a la comunicación y a las encuestas electorales– en los que Funes salía favorecido en intención de votos. “Era algo científico, ahí estaban las mediciones que nos decían que Funes era el indicado”, reitera.
Diversas fuentes resaltan que la candidatura de Funes no fue un “canto de sirenas” para los excomandantes que se mantienen en la dirección del FMLN, como Salvador Sánchez Cerén, Ramiro Vásquez, Medardo González y Nidia Díaz.Hasbún ataja: “Eso no es cierto. Hubo unificación de criterios desde un inicio y felicitó a Medardo porque como coordinador general del FMLN fue pieza clave en la conducción de este proceso de victoria”.
En la larga y polarizada campaña electoral, Funes supo aglutinar tanto a las bases del FMLN, como a profesionistas de clase media y empresarios que han creado el llamado Movimiento Amigos de Mauricio, el cual tiene redes nacionales y en el extranjero, especialmente en Estados Unidos, donde reside casi una tercera parte de la población salvadoreña.
En su vida política Funes tiene detrás a cuatro personajes de origen árabe-palestino: Schafik Handal, el exguerrillero comunista fallecido en 2007; Jorge Zedán, su protector y mentor en el Canal 12; Nicolás Salume, quien le ha dado la casa donde actualmente reside y quien le “prestó” más de 2 millones de dólares para apoyar su campaña electoral; y finalmente Hato Hasbún, su mentor y principal asesor político.
“El turno del ofendido”
El domingo 15, cuando a las 19:30 horas el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ofreció el primer reporte de la jornada, con aproximadamente un cuarto de las actas contadas, que le daba a Funes el triunfo, El Salvador sufrió una sacudida.
Arena tenía preparada una enorme tarima frente a su sede. El fiestón iba a durar hasta al amanecer. A las 21:00 horas de ese día la mayoría de los invitados que iban a bailar se fueron a sus casas.
El otro bando celebraba la victoria sin grandes aspavientos. “Lo que se nos viene es un momento de mucha responsabilidad. Estamos alegres, estamos contentos; el pueblo ha sido reivindicado, pero actuaremos siempre con responsabilidad. Por eso el hecho político es que Mauricio le dice al adversario: los perdono”, comenta Hasbún.
En el acto masivo de celebración, desde la tarima de los triunfadores en una plaza distante 400 metros de la residencia presidencial, en el exclusivo barrio Escalón, Funes dijo que su victoria era lo que el poeta Roque Dalton –asesinado en 1975 por un grupo de ultraizquierda dirigido por, entre otros, Joaquín Villalobos– había profetizado que llegaría: “El turno del ofendido”.
Entre la muchedumbre se desparramaron las lágrimas, esta vez, de alegría. “Pero también lloramos por los que ya no están entre nosotros”, dijo un exguerrillero que ahora es uno de los encargados de la seguridad de Funes.
Después del Acuerdo de Chapultepec de 1992, el FMLN entregó sus armas y desmovilizó a sus combatientes. Se convirtió en partido político. Todo ello a cambio de que los militares dejaran de decidir en la política interna y se iniciara un ciclo democrático. Así se pactó el fin de la dictadura militar.
En tres ocasiones consecutivas, el FMLN intentó ganar las elecciones presidenciales, pero fue vencido por el partido Arena. Su derrota más estrepitosa ocurrió en 2004, cuando se postuló para la presidencia al líder histórico de los comunistas salvadoreños Shafick Handal, quien fue objeto de una campaña sucia que lo tildaba de “ateo, comunista y secuestrador”. En aquella campaña contra Handal participó un grupo de exguerrilleros cuya cabeza principal fue Joaquín Villalobos, antiguo compañero de Handal en la comandancia general del FMLN durante la guerra civil. Hoy Villalobos vive en Oxford, Inglaterra. Sus “aventuras políticas” en El Salvador fracasaron.
Y es que el FMLN enfrentó varias escisiones. La primera ocurrió en 1994, cuando Eduardo Sancho, alias comandante Fermán Cienfuegos, y Joaquín Villalobos, alias Atilio, dirigente del Ejercito Revolucionario del Pueblo (corriente interna del FMLN durante la guerra civil), encabezaron un grupo que se separó y formó el Partido Demócrata. Ello provocó la división de la bancada del FMLN en el Congreso. La facción de los escindidos firmó el llamado Pacto de San Andrés con el entonces presidente Armando Calderón Sol y votó a favor de una ley que incrementó el Impuesto al Valor Agregado (IVA) de 10% a 13%.Ese grupo se considera “socialdemócrata”, pero a mediados de los noventa Villalobos se fue a Inglaterra y el resto de sus miembros quedó a la deriva. En las elecciones presidenciales de 2004, este grupo se incorporó al Partido Demócrata Cristiano (PDC), el cual, a su vez, en los comicios municipales y legislativos de enero pasado obtuvo muy pocos votos y en las elecciones presidenciales del domingo 15 se alió a Arena, que hoy muerde el polvo de la derrota.
En 1999, se escindió otra corriente interna del FMLN: el Movimiento Renovador (MR), que encabezaba el excomandante guerrillero Facundo Guardado. Poco a poco el MR desapareció del mapa político salvadoreño.
Después de la derrota de Handal en 2004, una docena de dirigentes intermedios del FMLN de tendencia socialdemócrata se separaron para formar el Frente Democrático Revolucionario (FDR), que encabeza Julio Hernández y que en las elecciones legislativas de enero pasado no alcanzó el mínimo de votos para mantener su registro como partido político.