lunes, 27 de noviembre de 2006

Segunda Era


Ni los bancos cerraron ni los aviones se atascaron en el aeropuerto internacional de Nicaragua sacando a gente desesperada ni los sandinistas triunfadores fusilaron masivamente en venganza a sus adversarios ni Daniel Ortega echó al embajador gringo ni Washington ordenó sacar las tropas de Irak para enviarlas a Nicaragua ni las remesas familiares han dejado de llegar ni Osama Bin Laden ni el prófugo narco el Chapo Guzmán corrieron a refugiarse a lujosas casas de Las Colinas con el aval del FSLN...

El triunfo de Daniel Ortega en las pasadas elecciones del 5 de noviembre es, queramos o no, un acontecimiento trascendente no sólo para Nicaragua y Centroamérica, sino para toda América Latina. Su caso es sui generis: encabezó una revolución armada para derrocar al tirano Anastasio Somoza Debayle; inició una proceso de revolución popular en medio de una guerra civil impuesta por Estados Unidos; inicia un proceso democratizador y de desmantelamiento de su propia revolución (Piñata incluida); es derrotado en tres elecciones de “democracia burguesa” y regresa al poder al cabo de 16 años encabezando una alianza de “tirios y troyanos”. ¡Y nada!

¡Qué hizo mil malabares para llegar al poder, es cierto! Es la culminación del ideal de todo político. En términos estrictamente políticos Daniel Ortega ha sido exitoso. Y no me cabe duda que entre sus adversarios habrá muchos que le tengan bastante envidia.Daniel Ortega, el Caudillo, Corrupto, Traidor, Violador y Criminal, pero también el Líder Popular, Concertador, Sabio y Benévolo ha regresado al poder, como el Hijo Pródigo, derrochando perdones y abrazos de reconciliación. Nadie como los propios nicaragüenses necesitan, no que Daniel triunfe, sino que se cumpla lo prometido: terminar con la pobreza.

La fuerza de Daniel para llegar al poder nuevamente estuvo en el ideal de la revolución que un día encabezó, la cual prometió convertir sus ríos en caudales de “leche y miel”, pero que después defraudó a medio mundo. No obstante, la semilla del sueño colectivo fue sembrado. Además pasaron 16 años de promesas que llegaron del lado de la derecha, tres gobiernos consecutivos, y la frustración se incrementaba con el tiempo. Hoy el Daniel de segunda generación está condenado a no equivocarse, sino no habrá Dios que lo perdone.

Nicaragua tiene un reto inmenso por delante y los nicaragüenses tiene que comprobar que el elegido es capaz y que luchará por reestablecer la esperanza en una nación que se niega a morir.He escuchado, entre “tirios y troyanos” de El Salvador, hablar de lo que el triunfo de Ortega puede influir en nuestros lares. La dialéctica dice que toda acción tiene sus reacciones e influencias. Pero la onda no es mecánica. Durante la guerra civil se escuchaba aquella consigna de “Si Nicaragua Venció, El Salvador Vencerá”... Pero no fue así.

Los procesos son distintos.La influencia de Nicaragua, sin embargo, será en todo caso una condición subjetiva en el proceso. El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), de El Salvador, no debería hacer cuentas alegres. No obstante, en El Salvador las condiciones objetivas para el cambio están dadas: crisis social y estancamiento económico; ensanchamiento de las desigualdades y desmejoramiento general de las condiciones de vida; gobiernos que incumplen con sus promesas; violencia galopante que nos sitúa como el país más peligros de Latinoamérica y entre los más peligrosos del mundo.

Sólo con eso sería suficiente para derrotar al oficialismo derechista, que aquí lleva también 16 años de establecer una política de “encantamiento” sin beneficios repartidos y que ha dejado a la población sólo con el aliciente de irse “mojada” a Estados Unidos. Ahora bien, el FMLN, y las otras fuerzas de izquierda democráticas: Frente Democrático Revolucionario (FDR) y Centro Democrático (CD), tienen un reto por delante: sacar a la derecha del poder. Esa sería su primera coincidencia; segunda, crear a partir de su alianza, una amplia Unidad Nacional, que tenga como norte: rescatar el proceso de democracia institucional; vencer la ola de violencia delincuencial y ponerle fin a la crisis socio-económica que padece El Salvador. En resumen, rescatar la esperanza. “Si no cumplieres, que la patria os condene”.

Autor: Juan José Dalton
Fecha: 27 de noviembre de 2006

Contrapunto


Suceden cosa raras en nuestros países. Hay fenómenos de contrapunto que indican la existencia de avances y retrocesos; acción y parálisis. Antes de la guerra civil salvadoreña y durante la etapa de florecimiento de las guerrillas escuchábamos decir que las armas debían dejarse a un lado y que el voto era lo esencial. Las dictaduras y los escuadrones de la muerte, por parte de la derecha eran los abanderados defensores de las democracias.

En El Salvador, a las faldas del volcán San Salvador, el presidente Antonio Saca inauguró recién un monumento a la memoria de Roberto D´Aubuisson, que como todo el mundo sabe fue quien ordenó matar a un hombre que hoy el Vaticano procesa para convertirlo en Santo. Hasta en aquel monumento hay una frase de D´Aubuisson sobre el valor del voto, pese a que la guerra sucia fue su verdadero signo.

Resulta que después de abandonadas las armas y controladas las calenturas guerrilleristas en Latinoamérica, las izquierdas han llegado al poder como parte de su participación electoral y su inserción al sistema. En algunos procesos más, en otros menos, las izquierdas están teniendo éxito, además de aprender a manejar el aparato estatal, entender el mundo globalizado y negociar con los organismos multinacionales. Claro que la democracia no es la revolución soñada. Los procesos se tornan complejos, en buena medida se debe a la existencia de engranajes burocráticos antiquísimos y corruptos. Algunas izquierdas han caído en esas trampas en lugar de erradicarlas.

Bueno, así las cosas, lo que estamos apreciando son nuevos contrapuntos, además de verificar la máxima de que “la tortilla se vuelva”. Las izquierdas -gracias a su inserción electoral que la derecha reclamaba- están en el poder y cosechando éxitos: Chile, Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay, Panamá, Nicaragua; en varias islas del Caribe. Prueba del éxito es que según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la pobreza en los últimos cuatro años ha sido reducida en más del 6 por ciento en el continente. ¿Es suficiente? Claro que no, pero la tendencia es al incremento, algo que nunca se verificó durante las dictaduras ni en la oleada neoliberal de los últimos años.

Por otra parte, las derechas están en la oposición, algunas con nostalgia del poder perdido, en descomposición, fraccionadas y en actitud defensiva. En los países centroamericanos las derechas no han abandonado el poder, pero su tentación, como en el caso de El Salvador, es hacia un cada vez mayor autoritarismo paranoico.

Los intelectuales derechistas decían que las izquierdas fueron paranoicas en las anteriores décadas, es decir, aquí “la tortilla también se volteó”. La paranoia derechista se ha hecho manifiesto especialmente en la política criminal del manodurismo, con la que se pretendió enfrentar el fenómeno de la violencia delincuencial, pero igualmente se subieron al avión antiterrorista del Washington “neocons”. La derecha local después de Septiembre 11-2001 identificó a la izquierda con el terrorismo islámico; ahora la identifica con las “maras”. Ello conllevó a rotundos fracasos porque ambos fenómenos tienen más raíces y consecuencias de acciones derechistas. Osama Bin Laden es creación de la CIA y las “maras” una consecuencia de la exclusión social y la expulsión de la población pobre hacia Estados Unidos provocada por la voracidad de las élites económicas que han dictado programas a los gobiernos derechistas con el fin de captar las remesas familiares.

Otro contrapunto..., el último por el momento. Mientras en Uruguay se captura a un dictador despiadado y genocida para llevarlo a la justicia, en El Salvador, una de las líderes y diputadas del oficialismo, en un ataque de paranoia, rompía en la plenaria legislativa un proyecto de ley para declarar el 30 de agosto el Día Nacional de la Víctima de la Desaparición Forzosa. Uruguay se transforma y prospera; El Salvador odia y discrimina.

Autor: Juan José Dalton
Fecha: 20 de noviembre de 2006

domingo, 26 de noviembre de 2006

El despetronke


En mi época de estudiante de bachillerato había un chiste: “¿Cómo se llama la mejor bailarina del ballet ruso?... ¡Sibrinka Sedespetronka!” y venían luego una serie de chistes, algunos con gran imaginación como el del Ministro de Salud de Viet Nam: Bo Ti Kin o perversos como el del último Rey de Marruecos: “Mamamela Amid I (Primero)”...

Bueno, el humor en ocasiones nos sirve para expresar estado de cosas o situaciones, en ocasiones muy dramáticas o trágicas. La gente usa el humor como autodefensa o para criticar a sus gobernantes incapaces o autoritarios, o con ambas características, que por lo general van juntas.

Y sino veamos lo que ha ocurrido en Estados Unidos. Desde mi punto de vista se trata del DESPETRONKE del Partido Republicano (PR), que fue arrastrado por un grupo de ultraderechistas conocidos como “neocons” –neoconservadores- que han influido en la mente del presidente George W. Bush, a tal grado que se dice que hasta su padre le ha retirado el saludo.

El concepto del DESPETRONKE es eso: algo se construye sobre bases cuestionadas, por ejemplo, las guerras y ocupaciones de Afganistán e Irak o la violación a los derechos humanos y civiles en el mundo o el apoyo incuestionable a las masacres de los israelitas contra los palestinos, entonces de pronto ¡Pum! Todo se DESPETRONKA, como le pasó a Bush el pasado 7 de noviembre.

El concepto del DESPETRONKE sólo tiene un sinónimo en el cubanismo DESCOJONAMIENTO, que sirve para ilustrar un gran desastre. Por ejemplo, cuando se cayó el socialismo y para poder explicar el contenido, consecuencias e implicaciones del fenómeno, nada mejor dicho que cuando se dijo: “¡Se descojonó el Muro!”, que era lo mismo que decir: “¡Se despetronkó el Muro!”.

Pero no siempre todo lo “despetronkado” es igual a “descojonado”. Por ejemplo: las Torres Gemelas fueron “despetronkadas”; el Partido Republicano se “despetronkó” por varias razones: perdió la Cámara de Representantes, el Senado, perdieron gobernadores y además, las elecciones en Nicarargua. O Sea, el “despetronke” es un “descojonamiento” mayúsculo.

En El Salvador estamos viviendo un “semi-despetronke” en el sistema de seguridad pública: las “maras” dominan más territorios de los que controló la guerrilla durante la guerra civil. Para comenzar, las “maras” tienen entre 30 mil y 70 mil “afiliados”, todos con posibilidades de armarse, en contraste con las tropas de la policía y el ejército, que tienen 30 mil efectivos en conjunto. La guerrilla terminó en 1992 con 7 mil hombres y mujeres sobre las armas.

Pero la “mara”, un concepto que se aplica al pandillero juvenil tatuado, ha mutado a múltiples formas de delincuencia: sistema de inteligencia (infiltraciones en órganos del Estado y control territorial); despliegue de las extorsiones a todo nivel (comercio, transporte, escuelas, familias de soldados en Irak, etc, etc). Esto sin contar con los más de 10 homicidios diarios.

Otra cosa: en medio de este “semi-despetronke”, en la que prima la impunidad, hemos conocido por medios internacionales que a la directiva general del Banco Cuscatlán, el segundo mayor de El Salvador y de Centroamérica, han recibido una orden de captura por “estafar, robar y perjudicar gravemente” a dos entidades financieras locales. Se nos ha hablado de la internacionalización de las “maras”, lo que me lleva a concluir que ya están en el sistema financiero regional y con ello sí se puede provocar un “DESPETRONKE GLOBAL”. Así que estamos a la espera.

Autor: Juan José Dalton
Fecha: 13 de noviembre de 2006