lunes, 28 de diciembre de 2009

"La criminalización de la droga favorece la violencia y la corrupción"

POR JUAN JOSÉ DALTON (EL PAIS)
SAN SALVADOR - Ignacio Cano, de origen español, es uno de los conocedores más precisos de la realidad latinoamericana, especialmente en lo relacionado con la violencia. Residió en El Salvador en los noventa, pero en la actualidad vive y trabaja en Brasil, donde fundó y dirige el Laboratorio de Análisis de la Violencia de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.

Pregunta. ¿Cuál es la principal característica de la violencia en Latinoamérica?

Respuesta. Latinoamérica es la región más violenta del mundo y la violencia que se ejerce tiene raíces múltiples. Hay una gran incidencia de la violencia interpersonal, la violencia doméstica y los homicidios, que son numerosos en algunos países como El Salvador, Venezuela, Brasil y Colombia. Estos homicidios también tienen origen diverso, algunos asociados con la producción, venta y distribución de drogas, en el caso de Colombia, México y Brasil. Hay un crimen organizado... No estamos libres de ninguna modalidad.

P. ¿Por qué tanta violencia, después de superar guerras y dictaduras?


R. La violencia tiene raíces históricas y profundas, no surgió con los conflictos políticos. Por otra parte, cuando éstos terminaron muchos de sus actores quedaron armados, entrenados para matar, pero sin un cometido militar... y muchos de ellos practican hoy la violencia. También existen problemas muy profundos, culturales, y otros asociados con la enorme desigualdad.

P. ¿Cómo se lucha en Brasil contra el pandillerismo?

R. En Brasil la situación es un tanto diferente a lo que sucede en Centroamérica. Los grupos violentos están ligados directamente a estructuras criminales y no nacen de organizaciones juveniles; es decir, en Brasil hay menos ambigüedad. Estos grupos dominan territorios y subsisten del tráfico de droga y de pequeños delitos. La respuesta del Estado ha sido muy violenta y, lejos de resolver el problema, lo ha agravado. Las tasas de homicidio son altísimas; el número de muertos por la policía en Río de Janeiro cada año llega a 1.000. Existen áreas pobres en las que no hay hombres: las mujeres no tienen con quien casarse porque los hombres mueren a causa de la violencia.


P. ¿Qué medidas se han adoptado en esta lucha?

R. Algunas tienen que ver con la educación. También existen proyectos comunitarios de distribución de fondos. Son medidas que esperamos que den a los jóvenes la posibilidad de una vida menos violenta. Por otra parte, hay proyectos para eliminar las desigualdades y esto está mejorando el nivel de vida de los pobres. Todo ello tendrá un gran impacto en la disminución de la violencia.

P. ¿Qué opina de los programas de Mano Dura que se aplicaron en El Salvador durante casi una década?

R. Creo que estas políticas fracasaron porque tuvieron un propósito electoral: se sabía que muchas normas eran inconstitucionales. Se basó en la represión policial, sin reinserción social.

P. ¿Cómo es la relación entre el narcotráfico y el pandillerismo? Se cree que los narcos pagan con droga en lugar de dinero. Y esa droga es la que venden las maras en el narcomenudeo.

R. Ese problema se ha dado en la Amazonia brasileña, donde ya comienza a circular la droga por canales por los que habitualmente nunca circuló. Hasta ahora la droga se ha tratado como un problema penal, pero es hora de considerarlo un asunto de salud pública. La criminalización de la droga no resuelve el problema, pero sí favorece la violencia y la corrupción. En la medida en que vayamos saliendo del paradigma de la criminalización de la droga veremos cómo se debilitan todas las estructuras del narcotráfico.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

10 detenidos en El Salvador por la muerte del periodista español Christian Poveda

POR JUAN JOSE DALTON (EL PAÍS)
SAN SALVADOR - La policía salvadoreña ha anunciado la captura de 10 pandilleros de la llamada Mara 18 presuntamente implicados en el asesinato del periodista hispano-francés Christian Poveda, ocurrido el pasado 2 de septiembre en los alrededores de San Salvador.

El comisionado y subdirector de la Policía Nacional Civil, Augusto Cotto, ha declarado a EL PAÍS que en el operativo, denominado Huracán y Poveda, desarrollado por 170 agentes de la División de Investigaciones de Homicidios, fueron detenidos "10 sujetos miembros activos de la pandilla 18", todos relacionados con la muerte violenta de Poveda, un laureado documentalista que había concluido recientemente la edición de un filme titulado La vida loca, sobre el fenómeno de las pandillas o maras en El Salvador.

Poveda, quien convivió durante un año -entre 2007 y 2008- con los pandilleros de la 18 en la localidad de La Campanera, en el municipio de Soyapango, recibió cuatro disparos en el rostro el pasado 2 de septiembre en la carretera antigua a Soyapango, en el municipio de Tonacatepeque, cercano a San Salvador. El cadáver de Poveda fue localizado por pobladores de la zona, quienes avisaron a la policía.

Unos días después fueron capturados los primeros cinco sospechosos del crimen, entre ellos un policía, quien presuntamente dijo a los mareros que Poveda era informante de la policía, algo que esta institución ha negado categóricamente.

El 9 de septiembre, cuando se capturó a los presuntos homicidas, la policía informó de que Nelson Lazo Rivera, conocido entre las maras como La Molleja o Fantasma, uno de los líderes de la 18, que está preso en el penal de Cojutepeque, fue quien dio luz verde al asesinato de Poveda. En los interrogatorios a los sospechosos también se obtuvo la información de que los pandilleros tenían la orden de hacer desaparecer los restos mortales de la víctima, pero por alguna razón no lo hicieron.

Dos mujeres arrestadas

Según Cotto, cuatro de los 10 capturados participaron presuntamente en el asesinato del periodista, mientras que los otros, entre los que hay dos mujeres, son acusados de complicidad en el asesinato. El jefe policial ha explicado también que otros nueve pandilleros que están recluidos en distintos penales han sido notificados e interrogados, por lo que la cifra de capturados y procesados por el asesinato de Poveda asciende a 25 pandilleros.

"El móvil de este asesinato no está solamente en la sospecha que lanzó el ex agente policial Juan Napoleón Espinoza, acerca de que Poveda nos brindaba información sobre el accionar de la 18. Hemos determinado que, a los líderes de la pandilla, el filme La vida loca les causó conflictos internos, ya que los pandilleros se muestran cometiendo algunos delitos, se revelan los rostros de algunos... Todo ese conjunto de problemas, además de las divisiones internas que tienen, derivaron en el asesinato de Poveda", ha argumentado el comisionado Cotto.

Poveda residía en El Salvador y después de La vida loca tenía intención de hacer otro documental sobre las mujeres pandilleras. Años atrás había cubierto como fotógrafo de prensa la guerra civil salvadoreña (1980-1992) para las revistas Newsweek y Paris Match.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Crisis sin precedentes en la derecha salvadoreña-Expulsan a Tony Saca

POR JUAN JOSE DALTON (EL PAÍS)
SAN SALVADOR - El mayor partido de oposición de El Salvador, Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que gobernó durante los últimos 20 años, acusó de traición y expulsó de sus filas al ex presidente Elías Antonio Saca, informó el líder de dicha agrupación derechista, Alfredo Cristiani, quien argumentó que la decisión la tomó la dirección del partido por unanimidad.

La crisis que vive la derecha salvadoreña no tiene precedentes. Nunca antes en los últimos 20 años se había expuesto al público con semejantes contradicciones. Saca no solamente es un ex presidente de El Salvador, sino un destacado empresario y presidente honorario de Arena. "Para apartarme, lo tiene que decidir una asamblea nacional de Arena", advirtió Saca.

Cristiani había sostenido este lunes una reunión con los abogados de Saca, quienes llegaron a su oficina para escuchar las acusaciones que Arena le hacía al ex mandatario en el marco de un "proceso disciplinario y político" por acciones graves.

El también ex presidente de El Salvador Alfredo Cristiani apuntó que Saca "violentó" los principios de Arena, y dijo que la medida radical se tomó en base al artículo 96 de los estatutos, que indican que un miembro puede ser expulsado o suspendido del partido si ha traicionado, si se ha rebelado o desacatado a las autoridades y si ha actuado irrespetando los principios y estatutos areneros.

El origen de la crisis y la rivalidad entre las facciones derechistas vienen de lejos, pero este lunes se intensificaron con inserciones publicitarias y entrevistas en los principales medios locales de los ex presidentes Cristiani y Saca. Ambos se acusaron mutua y públicamente con palabras rudas como traición, confabulación, persecución y engaño.

Cristiani, actual líder de Arena, acusa a Saca de haber impuesto al partido al candidato presidencial Rodrigo Ávila, quien perdió las pasadas elecciones; también le culpa de "traición" y "confabulación" para dividir al partido, además de achacarle graves hechos de corrupción durante su gestión administrativa, del 2004 al 2009.

Saca se siente "perseguido"

Pero Saca se defendió, y desde un hotel en Costa Rica aseguró que se siente "perseguido" y argumenta que la dirección actual de Arena ha llegado "para destruir y perjudicar mi imagen". Agregó que no sabía "cuál es el objetivo. Están demostrando una debilidad y un miedo que se está convirtiendo en pánico".

La crisis de Arena se agudizó con la derrota electoral sufrida en marzo de 2009, cuando se impuso el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) con la candidatura del periodista Mauricio Funes, quien ha hecho un tránsito político moderado y cuya gestión ha sido muy apreciada por los salvadoreños, que lo respaldan en más de un 80% según encuestas locales e internacionales.

Tras el ascenso de Funes, la división de la derecha arenera no ha frenado. En octubre pasado, 12 diputados de Arena, presuntamente seguidores de Saca, se dieron de baja del partido y fundaron la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA).

Una de las cosas que más ha molestado a la Alianza Republicana y a sus líderes ha sido que los diputados de GANA han unido fuerzas con los 35 legisladores del FMLN para conseguir aprobar proyectos económicos y trascendentes para el Gobierno de Funes, como el presupuesto de 2010 y las reformas a varias leyes fiscales para incrementar la recaudación tributaria.

Las acusaciones entre Cristiani y Saca han sido protagonistas en los medios locales salvadoreños. Una publicidad de Arena aparecida en varios medios, así como Cristiani en algunas entrevistas, asegura que Herberth Saca, primo y ex funcionario en la Administración de Antonio Elías Saca, es quien ha confabulado para dividir al partido. También se habla de la utilización de fondos del Estado (más de 200 millones de dólares) usados de forma irregular cuando no había medicinas ni anestesia en los hospitales, ni recursos en la seguridad pública para el combate contra la delincuencia.

En otro sentido, GANA también publicó el lunes en los medios más importantes de prensa un comunicado en el que respalda a Saca, al tiempo que hace un llamamiento a la Fiscalía y a la Corte de Cuentas (Contraloría) a fin de que investigue graves irregularidades que se dieron en los anteriores Gobiernos de Arena. De cada Administración, GANA señala hechos que ya fueron denunciados por la oposición política y organizaciones sociales, pero que nunca fueron investigados, entre otros, la cuestionada privatización de la banca, durante la época de Cristiani (1989-1994); utilización irregular de las donaciones internacionales por el huracán Mitch y de los terremotos de 2001, atribuida a los ex presidentes Armando Calderón Sol (1994- 1999) y Francisco Flores (1999- 2004).

Jaime López, experto en temas de corrupción y transparencia, de la Fundación Nacional de Desarrollo (FUNDE), manifestó que es bueno que salgan a la luz todas estas denuncias, pero tienen que formalizarse y ser investigadas por las autoridades competentes. "De lo contrario, se corre el riesgo de que todo quede en la demagogia y la impunidad", finalizó López.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Justicia con 'efecto dominó' para El Salvador

POR JUAN JOSE DALTON (EL PAÍS)
SAN SALVADOR
- Durante 20 años, la masacre de un grupo de jesuitas en la Universidad Centroamericana (UCA) de San Salvador ha permanecido en la impunidad. Sus presuntos autores intelectuales y materiales estuvieron protegidos por los distintos Gobiernos salvadoreños desde 1989 hasta junio del presente año, así como por el manto oscuro de la Ley de Amnistía de 1993. Pero "ahora la situación es diferente, el proceso penal en [la Audiencia Nacional de] España va por buen camino y la conclusión final será beneficiosa para la justicia y para la sociedad salvadoreña", explica a EL PAÍS el director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (IDHUCA), Benjamín Cuéllar.

Cuéllar es el sucesor en el IDHUCA del sacerdote jesuita Segundo Montes, uno de los asesinados en la madrugada del 16 de noviembre de 1989, junto a Ignacio Ellacuría e Ignacio Martín Baró, rector y vicerrector de la UCA, respectivamente, así como los académicos Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López (todos de origen español, excepto este último, salvadoreño). También fueron asesinadas dos colaboradoras de los religiosos, Julia Elba Ramos y su hija Celina Mariceth.

El juez de la Audiencia Nacional en Madrid Eloy Velasco admitió a trámite este año una querella presentada por la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE) y el Centro de Justicia y Responsabilidad (CJA) contra 14 militares salvadoreños por delitos de asesinatos terroristas.

"El proceso en España va avanzando en toda su preparación. Han declarado ya varias personalidades españolas y en esta semana declararán como testigos dos abogados salvadoreños y dos estadounidenses [una de ellas, Kate Doyle, es experta en estudios de documentos desclasificados de los organismos de inteligencia de Estados Unidos]. Damos una valoración positiva del avance", apunta Cuéllar, quien lamenta que en dos décadas no se haya hecho justicia en El Salvador; sin embargo, cree que en la actualidad casos como éstos van a continuar "apareciendo" en tribunales internacionales.

"Reitero: creo que el resultado final de este proceso será positivo para las víctimas. Anteriormente se han querido curar las heridas de la guerra civil con impunidad y no con justicia. No sé si habrá cárcel para los victimarios ni órdenes de captura internacional, pero los acusados deberían estar preocupados y actuar como corresponde. En El Salvador, en términos de justicia, hemos estado acostumbrados a algo así como jugar al fútbol en potreros, con trampas y sin árbitros. En España se está jugando en grandes ligas, con todas la de la ley", enfatiza el director del IDHUCA, quien recomienda a los 14 militares imputados que vayan "buscando una buena defensa técnica".

Por otra parte, los querellados -entre ellos, los generales René Emilio Ponce y Juan Orlando Zepeda, ex titulares de la Defensa Nacional, así como 12 subalternos- tienen en contra un "cambio de actitud en el nuevo Gobierno [salvadoreño, por primera vez en manos de la izquierda], que es contrario a mantener la impunidad", según explicó el director de derechos humanos de la Cancillería, David Morales. "El Gobierno, encabezado por Mauricio Funes [del ex guerrillero Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, FMLN], apoyará en lo que sea necesario a la Corte Suprema de Justicia, que es el órgano que se encargará de atender los casos de esta materia", agregó el funcionario; además, en su opinión, este Ejecutivo, como ningún otro, ha comenzado a reconocer la dignidad de las víctimas.

Desde España llegan informaciones a través de las agencias informativas y de las páginas de Internet de los diarios locales en las que se habla del proceso penal a cargo del juez Velasco. La prensa tradicional salvadoreña no se hace mucho eco del asunto, pero se sabe, por ejemplo, que existen documentos desclasificados por el Gobierno de Estados Unidos con un acta de la noche del 15 de noviembre de 1989, en la que el ahora general retirado René Emilio Ponce supuestamente dio la orden de asesinar a Ellacuría "sin dejar testigos". Este mismo dato aparece en el Informe de la verdad que auspició Naciones Unidas en 1993.

"En ningún momento, en ningún lugar, he dado al coronel Guillermo] Benavides la orden de asesinar a los jesuitas y no dejar testigos. No me puedo imaginar quién se inventó esa historia", dijo hace unos meses a la televisión española el general Ponce, quien desde un principio negó cualquier responsabilidad en la masacre.

Benjamín Cuéllar tiene otra opinión: "Los documentos desclasificados por Estados Unidos y España pueden ser muy valiosos para llegar a la verdad y pueden tener un efecto dominó. Así que la mejor forma de defenderse que tendrán los imputados es decir la verdad. Pero que el general Ponce diga 'yo no fui ni tampoco sé quién fue' es insultar la inteligencia de cualquier persona... La lógica nos dice que él tuvo participación, porque la tropa que penetró en la UCA y que estaba en el anillo de seguridad del Ejército en el momento de la ofensiva guerrillera sólo pudo hacerlo en coordinación con el Estado Mayor, y Ponce era su jefe".

En otros documentos desclasificados recientemente por EE UU también se vincula al ya fallecido Roberto D'Aubuisson, entonces todavía líder del partido derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), con el asesinato de los jesuitas, según anotaciones enviadas al Departamento de Estado, en Washington, por el embajador de entonces en El Salvador, William Walker, quien citó: "La información que se nos ha proporcionado nos conduce a una inquietante conclusión: los asesinatos del padre Ellacuría y sus siete compañeros pueden ser rastreados hasta una discusión en la tarde del 15 de noviembre entre Roberto D'Aubuisson y sus seguidores más fanáticos dentro del Coena dirección de Arena]".

Arena era entonces el partido en el Gobierno y D'Aubuisson había sido acusado nacional e internacionalmente de haber dado la orden de asesinar al arzobispo Óscar Arnulfo Romero, en marzo de 1980, por un escuadrón de la muerte de ultraderecha, un hecho que marcó el inicio de la guerra civil (1980-1992).

lunes, 16 de noviembre de 2009

20 años después de la barbarie


JUAN JOSÉ DALTON (EL PAÍS)
SAN SALVADOR - A los 35 años de edad, la abogada española Almudena Bernabéu se ha convertido en el látigo de los militares salvadoreños que durante la guerra civil cometieron crímenes de lesa humanidad. Actualmente se encuentra en San Salvador, en calidad de invitada especial a los homenajes que se le rinden a seis sacerdotes jesuitas y dos de sus colaboradoras que fueron asesinados impunemente un 16 de noviembre de hace 20 años en la Universidad Centroamericana (UCA). Bernabéu ha abierto un proceso en la Audiencia Nacional española, apelando al derecho de justicia universal, en contra de los 14 altos oficiales y soldados que supuestamente participaron en la planificación y ejecución del asesinato de los los religiosos.

Entre los seis jesuitas asesinados -cinco de ellos, españoles- se encontraban Ignacio Ellacuría e Ignacio Martín-Baró, filósofos, teólogos y psicólogos prominentes a nivel internacional.

"El proceso [ante la Audiencia española] va bien, tenemos la expectativa de ganar. Hemos estado recopilando información durante cuatro o cinco años antes de iniciar la querella y en los últimos meses hemos conseguido documentos de las inteligencias de varios países del mundo, por ejemplo del Pentágono y la CIA, de Estados Unidos, con lo que nuestro argumento de querellantes populares se fortalece", explicó Bernabéu a EL PAÍS. La abogada ha ganado ya tres juicios civiles en Estados Unidos contra cuatro altos mandos militares salvadoreños que estuvieron protegidos por Washington y ahora están a punto de ser deportados del territorio estadounidense.

Bernabéu trabaja para el Centro de Justicia y Responsabilidad (CJA, por sus siglas en inglés), de San Francisco (California, EE UU), que se ha encargado de perseguir esbirros y torturadores latinoamericanos residentes o con ciudadanía de Estados Unidos. "Nuestra labor, lo digo con mucho orgullo, ha buscado la verdad y la justicia. Y, mira tú, las cosas han cambiado tanto, que la Secretaría Nacional de Seguridad estadounidenses, que antes protegía a estos violadores de los derechos humanos, ahora compite con nosotros en las investigaciones para tratar de localizarlos", apunta la abogada española.

El CJA ha vencido en los juicios contra el teniente Álvaro Saravia, uno de los asesinos del arzobispo Óscar Romero, ejecutado en 1980; el ex coronel Nicolás Carranza, ex jefe de la Guardia Nacional (GN), que ordenó en 1980 el asesinato colectivo de seis líderes de opositor Frente Democrático Revolucionario (FDR), y los generales y ex ministros de Defensa Eugenio Vides Casanova y Guillermo García, acusados de secuestro y torturas a varios presos políticos. Los militares han sido sentenciados a pagar varios millones de dólares en indemnizaciones, pero únicamente se han embargado 300.000 dólares. "Lo más trascendente es que sus casos han sido judicializados y fueron condenados como violadores y criminales de lesa humanidad", recalca Bernabéu.

"El caso de los jesuitas en Madrid es diferente: se trata de un proceso penal. Quizás algunos vayan a la cárcel, pero habrá justicia. El juez Eloy Velasco es un excelente investigador", dice Bernabéu.

Antes de que termine este mes de noviembre han sido citadas a declarar como testigos varias personalidades que investigaron el caso en El Salvador. "No puedo decir más", apuntó la abogada, quien aclara que, pese a que es un caso de justicia universal, hay "unanimidad" en el apoyo de una parte de la sociedad española. "Se han solicitado documentos certificados a las autoridades salvadoreños; se están buscando las direcciones de los imputados para notificarles de las acusaciones y para que nombren defensores... Es decir, se acerca cada vez más la convocatoria de juicio o vista oral, y quizás, si hay rebeldías, se dicten órdenes de arresto internacional", explica Bernabéu.

Entre los acusados se encuentra el ex ministro de la Defensa y general retirado, René Emilio Ponce, así como su segundo al mando, Juan Orlando Zepeda, y el entonces jefe de la Aviación, Juan Rafael Bustillo, entre otros; en total, 14 militares ya retirados. Inicialmente también se incluía al ex presidente Alfredo Cristiani, acusado de encubridor, pero el juez Velasco lo excluyó hasta que en el proceso se logre comprobar que tuvo algún nivel de participación en la masacre.

Las víctimas de aquel 16 de noviembre de 1989, mientras se desarrollaba una ofensiva guerrillera contra San Salvador, fueron, además de Ellacuría y Martín Baró, el director del Instituto de Derechos Humanos (Idhuca), Segundo Montes, así como los profesores Joaquín López y López, Juan Ramón Moreno y Amado López. Las mujeres colaboradoras asesinadas fueron Julia Elba Ramos y Celina Mariceth Ramos, su hija, de apenas 16 años.

Según la Compañía de Jesús en El Salvador, Ellacuría estaba actuando como mediador entre el Gobierno de Cristiani y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), a fin de llegar a un acuerdo negociado a una guerra civil que ya duraba más de una década.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Cuando la lluvia se lo llevó todo

JUAN JOSé DALTON (Proceso, de México)
GUADALUPE, El Salvador
- Ciudad de Guadalupe, ubicada en la provincia de San Vicente y en las propias faldas del inactivo volcán Chinchontepec, es un lugar fresco y tranquilo. Un acertado plan turístico hubiera rescatado esta zona del olvido y la hubiera convertido en un polo de turismo de montaña, por su belleza natural que le circunda.

El volcán, de más de 2 mil 100 metros de altura sobre el nivel del mar, es también un lugar histórico: la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) tuvo ahí varios de sus principales campamentos y zonas "liberadas".

Desde el pasado domingo 8, Guadalupe, así como sus vecinas Verapaz y Tepetitán, todas en las faldas del Chinchontepec, se han convertido en centros de atención internacional y nacional, debido a que fueron seriamente dañadas por las intensas lluvias.

Para llegar a Guadalupe se toma una calle que inicia en el kilómetro 51, al sur de la Carretera Panamericana. Primero se llega al municipio de Verapaz y 12 kilómetros adentro está ciudad Guadalupe, que tiene 2 mil habitantes, en su mayoría dedicados a la agricultura y al comercio.

Las entradas a Verapaz y Guadalupe han tenido que ser reabiertas a puras palas mecánicas, que han removido enormes rocas, algunas hasta de cuatro o cinco metros de diámetro. Los cauces de los ríos, que antes apenas se observaban, hoy son cárcavas de varios metros de ancho por donde corrieron toneladas de lodo, rocas y árboles.

"Estábamos bien dormidos. Comenzó a caer una lluvia intensa, como jamás había llovido. Entonces la tierra comenzó a temblar cuando venía ese alud de piedras", narra a Apro Manuel de Jesús Maldonado, estudiante de Ingeniería en Sistemas y residente de Guadalupe.

Mucha gente creyó que se trataba de un largo terremoto. "No exagero, pero fue más de una hora de temblores o sismos. Era la fuerza con que bajaron esas piedras", dice Maldonado.

El terror se apoderó de la población. No podían salir de sus casas porque las lluvias eran intensas, y las calles y veredas se habían convertido en ríos caudalosos.

Era de noche (la noche del sábado y madrugada del domingo) y no había energía eléctrica. La población residente en la ciudad no fue afectada, pero sí los que residían en los alrededores de Guadalupe.

En el caso de Verapaz, la ciudad fue partida en varios lados por el alud de lodo y piedras que se desprendió de la montaña.

"Ahí donde se ven todas esas piedras (de decenas de metros de ancho) estaba la colonia Santa Rosa... ahora está prácticamente desaparecida. Ahí residían unas 40 familias, de las cuales por lo menos 11 no se encuentran por ningún lado", cuenta Manuel.

La apacibilidad de Ciudad Guadalupe se ha esfumado. La gente no puede creer la escena que aprecia en su entrada. Del inmenso río de piedras se desprende un fuerte hedor a putrefacción. "Seguramente ese olor es de animales y de personas que fueron arrastradas y podrían estar debajo de las piedras", asevera Maldonado.

Ciudad Guadalupe, por estar en una pequeña elevación, se salvó de ser arrasado por los deslaves. "Alrededor de la ciudad había pequeños cauces naturales. Por allí bajaron las piedras. Eso fue lo que nos salvó. Pero creo que hay mucha tierra floja aún, y con una lluvia o un temblor se viene otra vez el alud", señala Manuel, quien constantemente repite que nunca había visto algo igual, ni en terremotos ni en inundaciones.

Y añade: "Esto ocurrió de madrugada. La gente estaba dormida en sus casas. Allí había viviendas de las cuales ahora no hay ni cimientos. ¿Esa gente dónde está? Para mí y para la mayoría del pueblo, esa gente está muerta y sus cuerpos quizás nunca aparezcan, porque estas piedras deshicieron todo a su paso".

Hasta el momento, oficialmente se reconocen 165 muertos –la mayoría en el departamento o provincia de San Vicente–, más de 50 desaparecidos y alrededor de 13 mil damnificados.

Las cifras de desaparecidos que tienen en las localidades no coinciden con las oficiales del gobierno. Maldonado dice que en la colonia Santa Rosa desaparecieron 11 familias, es decir, más de 50 personas.

En tanto, el alcalde de la ciudad de San Vicente, Medardo Hernández Lara, afirma que en su localidad se cree que más de 500 personas están desaparecidas, pero sus nombres no están registrados.

David Rivas, secretario de Comunicaciones de la Presidencia de El Salvador, explica a Apro que "los números de víctimas se dan a través de declaraciones de familiares y con testigos. Esto es una catástrofe grave. Mucha gente que está como desaparecida es localizada muerta o está en albergues. Tenemos que esperar para dar una cifra real y definitiva".



Los ricos también lloran



Cinco días después de la tragedia, aún hay lugares a los que no se puede llegar fácilmente por carretera, como la zona de Costa del Sol, donde hay gran cantidad de ranchos veraniegos y privados de familias ricas, así como hoteles turísticos.

"La playa de Las Hojas y la bocana de la Costa del Sol están destruidas. Son desembocaduras de ríos que de las zonas montañosas arrastraron aguas abajo", dice Ana Francis Góngora, operadora de turismo y residente en dicha jurisdicción.

"Los desbordamientos de los ríos fueron intensos. La gente pobre de ahí ha sufrido, pero muchos ranchos de gente rica también fueron dañados. El complejo turístico internacional Las Hojas Resort está con severos daños", afirma.

Filmaciones en video dan fe de lo dicho por Góngora. Casas veraniegas que desde lo alto se apreciaban con sus piscinas azules, hoy están cubiertas por lodo.

Para entender un poco la magnitud de la tragedia, el ministro del Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), Herman Rosa Chávez, dio una explicación televisiva acerca del fenómeno de las copiosas lluvias, y reconoció que se debe trabajar más en emitir alertas tempranas.

Rosa Chávez señaló que las estaciones que miden los niveles de precipitación de las lluvias son del tipo telemétricas y los reportes son enviados cada cuatro horas.

A las 21:00 horas del sábado 7, dijo, se tenían apenas cinco milímetros de agua. Pero la lluvia torrencial comenzó a caer aproximadamente a las 22:00 horas, por el orden de los 80 milímetros. Sin embargo, el siguiente reporte llegó hasta las 2 de la madrugada del domingo, cuando ya no había tiempo de hacer algo.

"Definitivamente tenemos que hacer mejoras sustanciales. Se ha debilitado la red de monitoreo, los equipos no funcionan como deben funcionar", admitió Rosa Chávez.

Anteriores terremotos, inundaciones, sequías y deslaves causaron desgracias, pero al parecer nadie se acordó de ello, pues esta vez las prevenciones quedaron en el olvido.

Y, mientras, el majestuoso volcán Chinchontepec se aprecia de lejos como un gigantesco animal herido, con grandes cicatrices que tardarán en sanar.

jueves, 12 de noviembre de 2009

El Salvador, vulnerable al desastre

POR JUAN JOSÉ DALTON (EL PAIS)
SAN SALVADOR
- El territorio salvadoreño se ha transformado. El azote del huracán Ida ha sido implacable. Las intensas lluvias en montañas y volcanes, en los últimos días, han dejado un reguero de ríos de rocas y piedras en las llanuras, además de un reguero de muertos, 157. La imagen de caseríos y pueblos sepultados se sucede a lo largo de Verapaz, Tepetitán y Guadalupe, en las faldas del volcán Chinchontepec, provincia de San Vicente, en el centro del país centroamericano.

"Esto es lo nunca visto. Ni los terremotos de 2001 causaron tan graves daños: por un lado rocas y piedras, por otro, inundaciones por el desborde de ríos y lagos. Aquí en San Vicente tenemos en los alrededores de la ciudad un conteo de hasta 500 desaparecidos. Los familiares y vecinos no los encuentran por ningún lado", explicó Medardo Hernández Lara, alcalde de San Vicente, donde el fenómeno inusual de las lluvias provocó graves tragedias.

David Rivas, Secretario de Comunicaciones de la Presidencia, señaló a EL PAÍS que "es muy cierta la gravedad y el impacto. De momento, tenemos confirmados, según datos oficiales, la muerte de 157 personas; la desaparición de 60 y los damnificados llegan a 13.000. Esto es aún preliminar. Algunos supuestos desaparecidos podrían estar en albergues, tenemos que confirmar".

El martes se inició la sepultura de los fallecidos. Triste panorama en los cementerios que todavía permanecen adornados por las celebraciones del día de los Santos Difuntos, el pasado 2 de noviembre. En el cementerio de San Vicente, en una fosa común y en bolsas negras de plástico, se enterraron 12 cadáveres que no fueron identificados en la zona metropolitana de San Salvador. El Instituto de Medicina Legal sepultó a otras siete personas no identificadas.

Las intensas lluvias entre el sábado y el domingo por todo el Caribe, a causa de Ida y de las bajas presiones en el océano Pacífico, dejaron al descubierto la enorme vulnerabilidad que existe en El Salvador, país de apenas 21.000 kilómetros cuadrados y con casi 6 millones de habitantes. La vulnerabilidad fue reconocida por el propio presidente Mauricio Funes, quien ha ordenado una intensa labor de reconstrucción y mitigación de riesgos, para lo que se destinarán 150 millones de dólares en créditos financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM).

Precisamente el BM estima que el 90% de El Salvador está en situación de vulnerabilidad en diferentes grados. En las zonas altas hay deslaves, en las zonas bajas inundaciones y la costa es azotada por mareas. El territorio salvadoreño está situado también en zona sísmica, directamente afectado por una cadena volcánica, así como por las placas tectónicas Caribe y Coco, que al chocar provocan terremotos como los ocurridos en 2001, y que ocasionaron 1.114 muertos.

Un informe de la Mesa Permanente para la Gestión de Riesgos, organización de la sociedad civil de El Salvador, fechado en mayo pasado, señaló que: "En los últimos 20 años, El Salvador ha registrado 12 desastres de gran magnitud, que han significado más de 4.332 fallecidos, 2.760.659 damnificados y 3.953 millones de dólares en pérdidas. La población más impactada han sido las mujeres y las niñas, debido a las condiciones de vulnerabilidad".

Estas cifras no contemplan la tragedia del domingo 8 de noviembre tras el paso del huracán Ida. "Esperamos que no tiemble, que no se venga un terremoto, porque si no, este país se hunde. Dios nos debe socorrer, no hay de otra...", dice apretándose las manos y mirando al cielo Mélida Bautista, una señora que vive en un cantón en las inmediaciones de San Martín, donde las secuelas del huracán no han sido grandes, pero las carreteras están obstruidas y hay que caminar hasta 15 kilómetros para llegar a los puestos de socorro en busca de comida y agua.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Lluvia significa muerte en El Salvador

JUAN JOSÉ DALTON (EL PAÍS)
SAN SALVADOR - Los ancestros de la región que hoy ocupa El Salvador eran de origen maya, en cuyas ceremonias danzaban y oraban para pedir a sus dioses que cayera la lluvia, símbolo de vida. Paradójicamente, en la actualidad la lluvia se ha convertido en un signo de muerte. La que trajo consigo el huracán Ida y se precipitó sobre el país entre la noche del sábado y la madrugada del domingo ha dejado hasta el momento 130 muertos y 49 desaparecidos, confirmados con datos oficiales, según las autoridades locales que ayer recorrieron las zonas afectadas; entre ellas, el presidente del país, Mauricio Funes, que llegó en helicóptero al municipio de Verapaz, cuya población ha sido duramente castigada por los deslaves del volcán Chinchontepec.

El Chinchontepec, en la provincia central de San Vicente, fue hace 20 años escenario de la guerra civil salvadoreña, pero este conflicto armado, que duró 12 años, nunca causó el desastre físico que ahora se observa en Verapaz. "Ni siquiera en los terremotos de 2001 este pueblo quedó tan diezmado como ahora", explicaba ayer a EL PAÍS, un ex guerrillero que ahora es responsable civil en la alcaldía del municipio.

Los muertos pueden aumentar y también lo harán las consecuencias a nivel económico. El ministro de Agricultura, Manuel Sevilla, recordaba que en la zona más afectada por las lluvias se siembra el 40% de los granos básicos de todo El Salvador. El mismo Chinchontepec es una zona de cultivo de café, uno de los principales productos de exportación de El Salvador.

Seis provincias han resultado las más afectadas: La Libertad, San Salvador, Cuscatlán, La Paz, San Vicente y Usulután, ubicadas en el centro del país. De los daños materiales y económicos no se tienen datos aún; habrá que esperar a la llegada de una misión evaluadora de la Comisión Económica para América Latina (Cepal).

Las carreteras en estas provincias están dañadas, con deslaves y desprendimientos de rocas que sólo se pueden remover con palas mecánicas.

A pesar de la destrucción en las carreteras, cuadrillas de trabajadores del Ministerio de Obras Públicas (MOP), con ayuda de los habitantes de los pueblos afectados, ya están removiendo árboles y postes caídos. Cisternas de agua y camiones con víveres y ropa han comenzado a llegar a los lugares más dañados, pero la normalidad no ha llegado aún.

Los estragos son evidentes. Las imágenes aéreas que se muestran en la televisión revelan el desastre: las montañas y los volcanes presentan grandes cicatrices que en realidad son deslaves y nuevos ríos que se formaron a consecuencia de las intensas lluvias.

"En cuatro horas cayó tanta agua como la que cae en épocas lluviosas o en temporadas huracanadas", dijo Herman Rosa Chávez, ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), un récord que, según explicó, no tiene precedente histórico.

Los datos provisionales hablan de 209 viviendas totalmente destruidas y 1.835 con algunos daños, además de 356 árboles y 28 postes eléctricos caídos. También se sabe que las lluvias causaron 108 deslizamientos de tierra en distintos cerros o montañas y volcanes. Por otra parte, se han habilitado 87 albergues donde están refugiadas más de 10.000 personas, en especial mujeres, ancianos y niños. Los hombres y jóvenes remueven escombros y rocas para buscar a los desaparecidos o han quedado al cuidado de las pocas cosas que el agua no se llevó.

sábado, 7 de noviembre de 2009

El Salvador recurre al Ejército para frenar la violencia

JUAN JOSÉ DALTON - (El País)
San Salvador - Ante la incapacidad mostrada por el sistema de seguridad pública de El Salvador para frenar una ola de violencia que se cobra la vida de 16 personas cada día, y con el aval de la mayoría de sus ciudadanos, el presidente Mauricio Funes ha tomado cartas en el asunto. El líder del Ejecutivo salvadoreño ha decidido ordenar a una parte del Ejército para que apoye la labor de la policía en determinados puntos "neurálgicos", ubicados en 18 municipios de este convulsionado país, catalogado por Naciones Unidas como el más peligroso de Latinoamérica.

La controvertida medida entra en vigencia hoy y se prolongará durante seis meses. Una vez superado ese límite de tiempo, el presidente Funes, el primer regidor de izquierdas que gobierna El Salvador, rendirá un informe al Congreso legislativo sobre la efectividad que haya tenido el plan, que persigue, entre otros objetivos, bajar el número de homicidios de jóvenes entre 18 y 30 años. Según un reciente estudio estadístico, el 86% de los asesinados son hombres y jóvenes.

El proyecto de Funes consiste en incrementar en 2.500 soldados y oficiales los efectivos del Ejército que ya participaban en acciones de patrullaje disuasivo, especialmente en zonas donde abunda el número de pandillas. Ya desde hace más de dos años unos 1.700 soldados integran junto a unidades de policía los llamados Grupos de Tarea Conjuntos.

"Reservistas no estamos movilizando para esto. Si contabilizamos el personal que vamos a agregar más el que ya tenemos, estamos hablando casi de 4.000 hombres que acompañarán a la policía", según explicó a la prensa el ministro de Defensa, el general David Munguía Payés.

Los soldados han sido adiestrados para participar no sólo en patrullas, sino en cateos, allanamientos y capturas flagrantes, según anunció Munguía Payés. Pero el jefe militar advirtió: "No es que el soldado vaya a utilizar las armas de forma indiscriminada, pero obviamente se va a defender en caso de que se dé una contingencia".

Entre los organismos defensores de los derechos humanos y de la legalidad hay temores acerca de la participación del Ejército en tareas de seguridad pública. Estas dudas surgen a raíz de los antecedentes represivos que tuvo la Fuerza Armada, antes y durante la Guerra Civil que se desarrolló entre 1980 y 1992, cuando apresaba, torturaba, asesinaba y hacía desaparecer a los adversarios de la dictadura militar.

Después del conflicto armado ningún militar fue juzgado por actos de lesa humanidad como las masacres campesinas de El Mozoto y El Sumpul, en las que poblaciones enteras fueron exterminadas en operaciones contra insurgentes; tampoco hubo juicios por asesinatos como el del arzobispo Óscar Romero o el de seis jesuitas, ente otros.

A partir de hoy, la presencia militar en las provincias de Sonsonate, San Salvador, Santa Ana, San Miguel y La Libertad será evidente, ya que son en las que las pandillas tienen una mayor incidencia. "No puedo mandar un telegrama a los delincuentes en estos momentos y decirles dónde vamos a estar operando", dijo, no obstante, el general Munguía Payes.

El titular de Defensa había advertido recientemente que en algunos lugares como La Campanera -donde el periodista franco-español Christian Poveda, asesinado en septiembre, filmó un documental sobre la vida de las maras-, así como en otras zonas de San Miguel, al este de El Salvador, "el asunto era de rescatar la soberanía", porque debido al control de la delincuencia, el Ejecutivo no ejercía ninguna autoridad en estos lugares.

En lo que va de año han sido asesinadas más de 3.600 personas, lo que supone un incremento de cerca de 400 muertes más que el total de asesinados el año pasado, cuando la tasa de homicidios fue aproximadamente de 50 por cada 100.000 habitantes. De acuerdo con los cálculos actuales, El Salvador terminará 2009 con 75 homicidios por cada 100.000 habitantes, siete veces más de lo que la Organización Mundial para la Salud (OMS) reconoce como epidemia.

domingo, 1 de noviembre de 2009

La derecha salvadoreña culpa a Hugo Chávez de su crisis actual

JUAN JOSÉ DALTON (EL PAÍS)
SAN SALVADOR - Dos prominentes líderes de la derecha salvadoreña, el ex presidente Alfredo Cristiani, presidente de Alianza Republicana Nacionalista (Arena), y Rodolfo Parker, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), han culpado a Venezuela y a su presidente, Hugo Chávez, de lanzar una "conspiración sofisticada" en El Salvador, que se consolidó recientemente en un "golpe" para arrebatar a la derecha la hegemonía legislativa de que disfrutó durante más de 20 años.

Ni Cristiani ni Parker dan pruebas, pero ambos coinciden en señalar que, con los "dineros" entregados por Chávez a líderes del partido ahora en el poder, el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), se están "comprando" voluntades de diputados para modificar la aritmética en el Legislativo a favor del FMLN. Cristiani dijo tener pruebas de que se ha llegado a ofrecer hasta 700.000 dólares a algunos legisladores.

A mediados de octubre, Arena, que tenía 32 parlamentarios, sufrió una división en sus filas: 12 de ellos decidieron edificar una casa aparte y formaron la Gran Alianza de Unidad Nacional (Gana). El FMLN, a través de arduas negociaciones, logró que tres miembros de Gana llegaran a la Junta Directiva, lo que supuso un duro golpe para Arena, que se quedó solamente con dos de los tres representantes que tenía en la Junta.

El FMLN, que arrebató a Arena a su histórico aliado, el conservador Partido de Conciliación Nacional (PCN), tiene ahora también a su favor a Gana, con lo que unidos logran 58 votos, una cifra que supone la mayoría en el Congreso.

Nunca antes la izquierda local había dispuesto del poder que ahora posee: controla el Gobierno y el poder ejecutivo. Los votos actuales servirían al FMLN para objetivos inmediatos: la aprobación del Presupuesto Nacional y de créditos internacionales, y para una reforma fiscal.

Arena, a través del propio Cristiani, siempre ha amenazado con no otorgar sus votos para facilitar el proyecto del actual presidente, Mauricio Funes.

Arena gobernó desde 1989 hasta mayo de 2009. Durante su mandato, también controló el Parlamento, desde el cual dolarizó la economía, envió tropas a Irak en apoyo a la ocupación de EE UU y firmó un tratado de libre comercio con Washington. Aun después de su derrota en las presidenciales del pasado marzo, pero con el control del Legislativo, nombró a personas allegadas a sus intereses para las presidencias de la Corte Suprema de Justicia y de la fiscalía, entre otras instituciones.

Según explicó a EL PAÍS el diputado Roberto Lorenzana, del FMLN, "el tiempo de hegemonía del ultraconservadurismo ha terminado. No nos vamos a emborrachar con este logro, pero creo que se avecina una etapa de mayores consensos, algo que nunca se había tenido. Lo que hubo fue imposiciones. Arena está acabada".

Mientras, Cristiani y Parker apelan a la conciencia de los salvadoreños para salvar a la patria, "hoy más que nunca, de sucumbir" ante el socialismo del siglo XXI que lidera Hugo Chávez.

De los cuarteles a la lucha contra la delincuencia

JUAN JOSé DALTON (PROCESO)
SAN SALVADOR - La idea de utilizar a las fuerzas armadas para combatir a la delincuencia en El Salvador cobra cada vez más simpatía entre sectores sociales y empresariales, debido a que en los últimos dos meses ha aumentado de manera considerable el número de ejecuciones en el país.

El debate sobre ese punto se ha vuelto álgido y acalorado, y hay voces que afirman que prácticamente no hay espacios ni mucho tiempo para "medias tintas", ya que cada día son asesinadas alrededor de 15 personas, y al finalizar 2009 la tasa podría ubicarse en 75 homicidios por cada 100 mil habitantes.

En días pasados, el general David Munguía Payés causó sorpresa en el mundo político salvadoreño al declarar que el ejército está listo para combatir a la delincuencia, pero advirtió que los militares actuarían de manera "novedosa" y no sólo con más tropas en las calles para hacer patrullajes disuasivos.

Y añadió: "En lugares como La Campanera, en Soyapango, y en otros de San Miguel, el Estado salvadoreño no ejerce soberanía a causa de que los delincuentes tienen el control, así que vamos a recuperar la soberanía de dichos territorios".

Sin embargo, la advertencia de Munguía suena a "conquista de territorios", como ya antes lo hizo el ejército, durante la guerra civil, cuando se disputaba con la guerrilla las zonas montañosas.

La diferencia es que los territorios controlados por la delincuencia, especialmente en su forma de pandillas, están en zonas urbanas densamente pobladas, donde reside la gente más pobre de El Salvador.

Durante la guerra civil que se vivió en El Salvador, el concepto "reconquistar la soberanía" se utilizó para masacrar poblaciones enteras de los caseríos campesinos, a quienes acusaban de ser proveedores del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Pero era la guerrilla misma la que evadía y rompía cercos, se movilizaba de manera muy ágil y realmente nunca recibió golpes contundentes. La infiltración de agentes de inteligencia tuvo mejores efectos.

Miedo a los militares

El pasado 15 de septiembre se celebró en El Salvador el Día de la Independencia. Como ya es tradición, hubo un desfile militar, tras lo cual sectores sociales cercanos a la izquierda, así como profesionales e intelectuales, preguntaron: ¿Por qué celebrar con desfiles militares? Y es que ellos fueron, precisamente, los protagonistas de muchas masacres durante la guerra civil.

El Día de la Independencia, las fuerzas especiales del ejército, en helicópteros y en tierra, hicieron demostraciones de su destreza. El ruido de los aparatos aéreos, los uniformes camuflados y las caras pintadas recordaron las masacres contra civiles a manos de los comandos contrainsurgentes.

Los famosos Batallones de Infantería de Reacción Inmediata (BIRI), como el Atlacatl, fueron protagonistas de hechos aún no juzgados.

"Sentí un poco de rabia... Ver a los BIRI ahí, eran los que nos perseguían en las montañas. Muchos de mis compañeros se pusieron nerviosos. La guerra no se olvida", dijo a Apro el lisiado de guerra Mateo, quien actualmente funge como guardaespaldas de un funcionario del gobierno.

Pero el miedo a los militares --y en general a los agentes armados del Estado-- tiene bases reales.

Benjamín Cuéllar, defensor de los derechos humanos de la Universidad Centroamericana (UCA), relató que el pasado miércoles 14, "mientras muchos y muchas mirábamos –por televisión o en el Estadio Cuscatlán– el encuentro futbolístico entre las selecciones hondureña y salvadoreña, Emilio Pérez, de 34 años, nacido en Panchimalco y residente en ese municipio, empleado del Diario El Mundo, casado con Carmen Elena Vásquez y padre de un joven de 16 años y de una niña de siete, fue asesinado".

A Emilio lo apuñalaron y degollaron en presencia de un agente de seguridad de la Corte de Cuentas y un grupo de soldados que patrullaban la zona. El móvil del crimen, según la hipótesis de la Policía Nacional Civil (PNC), fue el robo.

Luego de ese hecho, la Coalición Centroamericana para la Prevención de la Violencia Juvenil (CCPVJ), que agrupa a varias organizaciones de la región, demandó al gobierno izquierdista de Mauricio Funes, el pasado lunes 26, no incorporar a militares en las funciones de seguridad pública, y exigió el retiro progresivo de los patrullajes disuasivos en los llamados Grupos de Tarea Conjunta (GTC).

Asimismo, en consonancia con otros grupos civiles, la CCPVJ pidió reforzar a la Policía Nacional Civil (PNC).

En tanto, el rector de la Universidad Centroamericana (UCA), el sacerdote José María Tojeira, propuso una fórmula nada "descabellada", como la calificó el propio presidente Funes: Enviar a la mitad de militares (6 mil aproximadamente) a la Academia de Seguridad Pública, a fin de que se conviertan en policías.

Tal medida implicaría reducir el ejército y reforzar la PNC, contrario a lo que planteó Munguía. De acuerdo con el general, la idea no es convertir en policías a los militares, simplemente ha dicho que 6 mil 500 de ellos están listos cuando se les requiera para cumplir tareas de seguridad pública.

Sus "muchachos", ha dicho, se han preparado para actuar contra la delincuencia, así como para capturar en "flagrancias" a los malhechores.

David Rivas, secretario de Comunicaciones de la Presidencia, aseguró a Apro que "el presidente Funes está estudiando las opciones que le han propuesto (diversos sectores) y tomará una decisión que será anunciada a la población".

Por su parte, Ignacio Cano, director del Laboratorio de la Violencia de Brasil, expuso: "El llamado al ejército está siendo un fenómeno común en algunos países de Latinoamérica ante la crisis y la poca capacidad de las fuerzas policiales para enfrentar a la delincuencia.

"En ocasiones el ejército es llamado para resolver emergencias o contingencias, pero en otras ocasiones se le encargan otras tareas, como la lucha contra las drogas u otro tipo de criminalidad", explicó.

Según Cano, es grave tener la "ilusión" de que las fuerzas armadas serán "las guardianes últimas de las esencias de la patria" y que nos protegerán de todos los males.

"En la medida que el ejército haga las tareas de la policía, terminará igual, con ellos involucrados en corrupción", señaló el académico, quien enfatizó que la doctrina de los militares no es la seguridad pública, sino la "neutralización del enemigo".

Y, en coincidencia con el planteamiento del jesuita Tojeira, concluyó: "Nuestras necesidades de defensa del territorio y la soberanía son menos y las de seguridad pública son mayores, por lo tanto, se podrían trasladar recursos de Defensa a la Seguridad Pública".

lunes, 26 de octubre de 2009

Horas bajas en la derecha salvadoreña

POR JUAN JOSE DALTON (El País)
SAN SALVADOR - La otrora poderosa derecha salvadoreña, aglutinada en la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), se ha dividido en dos facciones, como consecuencia final del fracaso electoral del pasado 15 de marzo, que llevó al poder a su gran rival, el izquierdista y ex insurgente Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

El pasado jueves, 12 de los 32 diputados que integran el grupo parlamentario de Arena -que gobernó El Salvador durante 20 años, entre 1989 y 2009- decidieron separarse definitivamente del partido y constituir un grupo independiente. Incluso demandaron a la directiva parlamentaria oficinas propias y puestos en la junta de dirección del órgano legislativo.

Entre sus acciones inmediatas, en la sesión plenaria del mismo jueves, los 12 ex diputados del mayor partido opositor votaron junto a los diputados del oficialista FMLN para archivar una propuesta de Arena que pedía la investigación de presuntas irregularidades cometidas en el Ministerio de Agricultura en el reparto de semillas de siembra a campesinos. Para los areneros, fue la "consagración de la traición".

Desde el pasado 12 de octubre, 12 diputados, encabezados por Guillermo Gallegos, se amotinaron y se negaron a reconocer a la cúpula del partido, cuyos miembros habían jurado sus cargos 24 horas antes en una asamblea o congreso ordinario. Aquel congreso fue aparentemente una fiesta, en la que el ex presidente de El Salvador y banquero Alfredo Cristiani se había erigido como el líder "unificado" de Arena.

Se creyó que Cristiani, con su poder y experiencia política, lograría frenar pronto la revuelta, pero ésta ha continuado engordando como una bola de nieve. A los rebeldes se les sumaron otros cinco diputados suplentes; luego, otros dos diputados del Parlamento Centroamericano (Parlacen) y cuatro de los 14 directores provinciales. Dicen tener más adeptos, que se incorporarán poco a poco.

Derecha de "mano dura"

No hay precedentes de una crisis semejante en Arena, que fue símbolo y ejemplo de organización monolítica en la derecha latinoamericana. Gobernó El Salvador durante dos décadas con "mano dura" en el terreno social y político. Sus adversarios decían que fue uno de los principales exponentes del "neoliberalismo ortodoxo" en el continente, tras las privatizaciones, la apertura comercial y la dolarización nacional. Su fundador fue el ya fallecido mayor de inteligencia Roberto D'Aubuisson, acusado nacional e internacionalmente de haber fundado los temibles escuadrones de la muerte y de ordenar el asesinato, en 1980, del arzobispo de San Salvador Óscar Arnulfo Romero.

Jamás, en 20 años, se juzgó a nadie por los graves crímenes de la guerra civil que, entre 1980 y 1992, costó a esta nación centroamericana 75.000 muertos y 8.000 desaparecidos.

La crisis de Arena, según los analistas, se agudizó con la derrota electoral de este año. Desde entonces, las diversas facciones se han acusado mutuamente del fracaso. Y todos tildan al ex presidente Antonio Saca de traidor por haber entregado el poder a la izquierda y poner en "riesgo el sistema de libertades".

¿Refundación?

Alberto Arene, analista político salvadoreño, asegura que estas divisiones son propias de los partidos autoritarios y recomienda a las fuerzas de la derecha, en especial a Arena, "refundarse y crear un partido más democrático y amplio". Por otra parte, apunta que los partidos políticos del país deben "dejar de vivir en la guerra", y les recuerda la nueva realidad mundial, en la que la guerra fría y la confrontación comunismo-anticomunismo ya no tienen razón de ser.

Fuentes diplomáticas indican que en Arena se está reflejando también el fraccionamiento existente en la actualidad en la empresa privada local, que está actuando con pragmatismo frente al nuevo Gobierno de izquierda encabezado por el periodista Mauricio Funes, quien asumió la presidencia el pasado 1 de junio y que está gobernando de forma moderada, sin alianzas políticas externas y con relativa independencia del FMLN que lo llevó al poder.

En perspectiva, la crisis de Arena tiene "más tela que cortar". Cristiani y su grupo culpan a Herbeth Saca, primo del ex presidente Saca, de estar "detrás" de "la arremetida" contra la coalición, cuyas consecuencias, advierten, se traducirán en la "consolidación de un proyecto de izquierda radical" encabezado por los sectores más duros del FMLN.

De hecho, en comunicados firmados por el ala oficial de Arena se menciona a uno de los más importantes líderes del FMLN, José Luis Merino, vinculado a un supuesto proyecto para destruir a la derecha y controlar el Parlamento.

Por su parte, Sigfrido Reyes, actual vicepresidente del Parlamento y dirigente del ahora gobernante FMLN, ha salido al paso de las acusaciones. "Nada tiene que ver el FMLN en toda esta crisis de Arena; están sufriendo las réplicas del terremoto que significó la derrota presidencial. De cualquier forma, lo que estamos viendo es la punta del iceberg de una muerte anunciada del ultraconservadurismo neoliberal", asegura.

domingo, 18 de octubre de 2009

El Salvador recurre al Ejército para frenar la delincuencia

JUAN JOSÉ DALTÓN - EL PAÍS

San Salvador - El Gobierno de El Salvador recurrirá al Ejército para reforzar el combate a la delincuencia y la violencia en el país. A partir de ahora, unos 6.500 soldados intentarán frenar la creciente ola de criminalidad. El año pasado, con aproximadamente nueve homicidios diarios, la tasa fue de 55 por cada 100.000 habitantes.

En El Salvador la delincuencia ha sobrepasado los límites. Las cifras de homicidios son iguales a las que tienen los países en guerras civiles. Por ello, el Gobierno de Mauricio Funes está planificando la "mejor forma" para que el Ejército pueda recuperar sus funciones para participar en acciones contra la delincuencia. Entre enero y septiembre de 2009, el promedio de homicidios diarios se elevó a más de 12, con lo que la tasa de homicidios podría terminar en 77 por cada 100.000 habitantes en 2009. Algo escandaloso, ya que, según la Organización Mundial para la Salud (OMS), las tasas mayores de 10 suponen epidemias.

El pasado viernes, Funes se reunió a puerta cerrada con sus ministros de Defensa y de Seguridad Pública, el general David Munguía Payés y Manuel Melgar, respectivamente. Previamente, Munguía Payés había mantenido una reunión con los más altos oficiales del Ejército, de la cual surgió la propuesta de incorporar a 6.500 militares a la lucha contra la criminalidad en algunas zonas donde "el Estado no ejerce soberanía" por el control que tienen ahí las maras. El ministro de la Defensa citó algunos de esos lugares "fuera de control": La Campanera, en el municipio de Soyapango, en los alrededores de San Salvador, así como municipios de San Miguel, donde las extorsiones contra negocios y el transporte público se han "disparado".

Una fuente de alto nivel del Gobierno, que prefirió el anonimato, aseguró a EL PAÍS que las reuniones y la planificación de lo que se debe hacer continuarán esta semana, entre el presidente, los ministros y sus más cercanos colaboradores.

La incorporación del Ejército a la lucha criminal no es fácil. A los soldados salvadoreños se les suprimieron todas las funciones de seguridad pública en los acuerdos políticos con los que concluyó la guerra civil en 1992. Desde entonces, quedó sometido el cuerpo castrense a la autoridad civil y dedicado únicamente a la defensa de la soberanía y de la integridad territorial.

Antes y durante la guerra civil (1980-1992), la Fuerza Armada tenía bajo su mando todo el sistema de seguridad pública, que lo componían las represivas Guardia Nacional (GN), Policía Nacional (PN) y Policía de Hacienda (PH), cada una de ellas con secciones de inteligencia dedicadas a la represión política.

El pasado 6 de octubre, el sacerdote jesuita de origen español y rector de la Universidad Centroamericana (UCA), José María Tojeira, lanzó una propuesta, que incluso el presidente Funes consideró "audaz"; integrar a la mitad de las fuerzas militares en el cuerpo policial.

"Podría implicar un proceso máximo de un año de entrenamiento y formación policial. Pero en un año se estaría incluyendo en la PNC [Policía Nacional Civil] aproximadamente a 5.000 personas sin un costo presupuestario especial. Quedarían en el Ejército otros 5.000 hombres que podrían utilizarse para misiones de paz en el exterior, asistencia en tiempo de desastres, etc. La idea puede parecer loca, pero es mejor que andar sacando militares a la calle a acompañar a los de la PNC. Nuestro país no tiene amenazas externas y en realidad no necesita Ejército", explicó Tojeira.

El debate promete disertaciones interesantes y polarizadas. De acuerdo a la propuesta de Tojeira, el Ejército quedaría reducido a la mitad de sus efectivos y la policía tendría un tercio más de su actual cuerpo. Pero habría que esperar aproximadamente un año para que los elementos sean bien entrenados, incluso en las normas de respeto a los derechos humanos.

El arzobispo de San Salvador,José Luis Escobar Alas, afirmó ayer que avala el uso de efectivos de la Fuerza Armada para combatir la delincuencia que golpea El Salvador.

sábado, 17 de octubre de 2009

El Salvador: la derecha se hace pedazos

JUAN JOSé DALTON (PROCESO)
SAN SALVADOR, 16 de octubre (apro).- La poderosa derecha salvadoreña aglutinada en la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que gobernó El Salvador en los últimos 20 años, sufre una grave crisis interna sin precedentes, que se manifiesta en la división de sus filas y el "amotinamiento" contra el liderazgo que encabeza el banquero y expresidente Alfredo Cristiani.

La crisis no ha sido fácil de manejar. Arena ha tenido en el pasado desprendimientos de algunos de sus dirigentes, pero nunca como ahora y la situación puede volverse incontrolable. Hasta el momento los que se han manifestado públicamente han sido 12 diputados (de los 32 que tiene la bancada legislativa), quienes se han rebelado contra Cristiani.


Arena fue fundada en 1982 por el militar extremista Roberto D´Aubuisson, acusado nacional e internacionalmente como uno de los fundadores de los "escuadrones de la muerte" de ultraderecha y de haber asesinado al arzobispo Oscar Romero, en marzo de 1980. D´Aubuisson aglutinó a militares, políticos y empresarios de ultraderecha para fundar este partido que ha sido como un "monolito" político-ideológico la sociedad salvadoreña.


Cristiani tiene acumulado un record histórico. Además de ser uno de los empresarios más acaudalados de Centroamérica, fue el primer "arenero" que ganó la presidencia en 1989. En 1992 firmó la paz con la guerrilla y concluyó una guerra civil que llevaba 12 años con un saldo trágico de 75 mil asesinados. Luego, Arena se mantuvo en el poder hasta el pasado 1 de junio que asumió la presidencia Mauricio Funes, el primer izquierdista que gobierna a El Salvador.


Después de abandonar el poder en 1994, Cristiani se dedicó a hacer crecer sus negocios en el sistema financiero. Se convirtió en el accionista principal del Grupo Cuscatlán, el cual abarca banca comercial, aseguradora, administradora de fondo de pensiones y tarjeras de crédito, entre otras empresas. Hace tres años el conglomerado financiero, que tenía presencia en toda la región centroamericana, fue vendido al Citigroup, de Estados Unidos.


Cristiani no había regresado a la política hasta después del triunfo electoral de Mauricio Funes, el 15 de marzo del presente año. Amotinamiento El domingo 11, Arena cerraba filas en su asamblea general en la que ratificó a su máxima dirección encabezada por Alfredo Cristiani, a quien llaman en El Salvador, "el presidente de la paz". Nadie se podía imaginar que 24 horas después, en el poderoso partido estallara una rebelión.


Todo en la asamblea del domingo parecía fiesta: más de 700 "areneros" entonaban su marcha nacionalista en la que advierten que El Salvador será la "tumba" del comunismo; globos inflados de colores azul, blanco y rojo (iguales a la bandera de Arena); Alfredo Cristiani, expresidente y el más prominente empresario salvadoreño, era aclamado como el "nuevo" e indiscutible líder de la organización.


Doce de los 32 diputados que tiene la fracción legislativa de Arena, encabezados por el exjefe de la bancada, Guillermo Gallegos, sorprendieron a la prensa local y anunciaron su estado de "rebeldía" en contra del Consejo Ejecutivo Nacional (Coena) --máxima instancia de Arena--- y manifestaron que no seguirán más los lineamientos de la cúpula. Justificaron su "amotinamiento" al manifestar que se sentían excluidos del Coena, ya que en días previos habían hecho una propuesta para que varios diputados fueran contemplados como integrantes del máximo nivel de dirección, pero no les hicieron caso.


Todavía más, los disidentes, presuntos seguidores del expresidente Antonio Saca, han pedido la cabeza de al menos tres nuevos integrantes de la cúpula "arenera", incluido el vicepresidente de Ideología, Jorge Velado, empresario del Grupo Poma, uno de los emporios más grandes y poderosos de El Salvador, dedicado a los servicios inmobiliarios, hoteles, turismo y distribución de vehículos.


Muchas de las manifestaciones de la crisis "arenera" no se ventilan en público, dado que la prensa local tradicional se encarga de "ocultar" los conflictos de la derecha. Por ejemplo, los locutores de la Telecorporación Salvadoreña (TCS), repiten en sus reportes lo expresado por algunos de los líderes de Arena: que el conflicto "se puede convertir en una oportunidad para fortalecer al partido".


Pero la actual fractura en Arena es un hecho sin precedentes. Perdió las elecciones presidenciales ante su archirival, el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) el 15 de marzo pasado e inició un proceso de divergencias internas.


En días posteriores al fracaso electoral, importantes núcleos de Arena pedían la cabeza de Antonio Saca, así como de todos aquellos que con él habían dominado al partido y lo habían llevado al despeñadero, especialmente en la atribulada elección del exdirector de la policía, Rodrigo Ávila, como candidato presidencial.Sin embargo, Saca y sus colaboradores durante cinco años colocaron a sus adeptos en los puestos claves del partido. Pese a ser el principal acusado de la derrota, aún "es el principal accionista" de esa empresa que se llama Arena, dijo un observador, quien analiza que Cristiani está intentando marginar a la estructura que Saca ha controlado.


Desde que estalló el conflicto Cristiani se ha dado a la tarea de tratar de apagar el fuego, pero los intentos han sido en vano. Convocó al Coena con urgencia para que le dieran el respaldo público; convocó a un grupo de alcaldes y a los directores sectoriales. Todos han llamado a los disidentes para que regresen al carril y a la disciplina partidaria.


Hasta el momento los "disidentes" se mantienen. Muestran un lenguaje de "doble sentido", por un lado, dicen que desconocen al nuevo liderazgo, pero aseguran que seguirán dentro del partido, con lo cual le causan mayor mella a Cristiani.


Peor aún cuando se piensa en lo que los 12 diputados pueden hacer desde el terreno legislativo. El domingo 11, durante la asamblea "arenera", Cristiani advertía y condicionaba los votos de su bancada para aprobar el Presupuesto General de la República, situación que beneficiaría únicamente a Arena, pero los "rebeldes" indicaron que no acatarán la disciplina partidaria en aspectos que no beneficien a toda la población.


El FMLN hace cuentas felices con la bancada de Arena dividida o disminuida. Aunque los disidentes de la derecha advirtieron que no estarán a la venta.Las perspectivas no son fáciles para Cristiani ni para el poderoso partido que fundó D´Aubuisson. Los antecedentes de partidos que estuvieron en el poder y que después perdieron las elecciones son nefastos. El otrora popular Partido Demócrata Cristiano (PDC), que estuvo en la presidencia entre 1984 a 1989, hasta que llegó Cristiani, terminó en múltiples divisiones. Los remanentes actuales de la democracia cristiana son marginales y plegados a la derecha. Lo mismo ocurrió con el expartido de las dictaduras militares, Conciliación Nacional (PCN).


"El tiempo de la derecha neoliberal y ortodoxa en El Salvador ha terminado, pase lo que pase", dijo entusiasmado Sigfrido Reyes, uno de los principales líderes del izquierdista FMLN, los principales beneficiados políticos de la crisis de Arena.

lunes, 31 de agosto de 2009

El herido pequeñoburgués

Por Juan José Dalton (ContraPunto)

SAN SALVADOR – Después de haber sido herido gravemente fui subido al campamento de La Cañada, en Los Filos de Arcatao, por la brigada sanitaria que había sido asignada en los alrededores de la población.

Yo mismo me había dado los primeros auxilios, es decir, me había tapado la herida que tenía en el pecho con la pañoleta roja que andaba en el cuello y con un pañuelo extra. No fue una medida muy higiénica, pero eso me salvó para que el pulmón no colapsara, y al final para sobrevivir.

Los miembros de la brigada sanitaria me pusieron una venda sin quitarme el tapón que tenía. Además de haberme subido a mí, cargaron con Rufino (hermano de Tino), a quien habían pegado seis balazos y uno de ellos le rompió la columna vertebral y se supone que le destruyó la médula espinal. Rufino era un recio joven campesino de la zona. No sentía su fornido cuerpo... Murió a los cinco o seis días. También murió el hermano de Roxana, un muchacho bien jovencito; era cuñado de Mérlin, quien realmente fue el héroe de aquel combate del 17 de junio de 1981. Mérlin sacó, el solo, a los heridos y rescató el armamento. En aquel combate fue igualmente herido Gerónimo; como resultado de ello la primera unidad fundada de Fuerzas Especiales (Fes) quedó diezmada.

Bueno, el caso es que llegué al hospitalito de La Cañada hecho pedazos. Recuerdo todo porque nunca perdí el conocimiento.

Era un corre-corre de todo el mundo; habían varios heridos. Neto, el médico, iba examinando uno por uno. Casi a todos había que ponerles suero y estaba escaso. Neto era auxiliado por Elena y otras sanitarias hechas con urgencia.

Me llegó el turno. Neto se dio cuenta que mi herida era grave y no quiso destapar el hoyo, que era de varios centímetros en el pecho, al lado izquierdo, cerca de la tetilla. “De milagro está vivo este... Casi le destruye el corazón la bala”, dijo Neto.

Me comenzaron a poner sueros y antibióticos. Dolor por el momento no tenía, pero la verdad: estaba medio muerto. Me acostaron en una hamaca. En la madrugada Neto llegó a verme. Con una lámpara me alumbró la cara y revisó los párpados. “Si amanece vivo, es probable que sobreviva”, le dijo quien tenía a su lado.

Yo alcancé a oír aquella frase y el instinto me hizo no dormir hasta que amaneció.

Los primeros días de mi convalecencia fueron fatales. Creí que no iba a sobrevivir, además de ello, había gran escasez de medicamentos. Las calenturas comenzaban a vencerme: deliraba y tenía alucinaciones terribles por aquello de verme inútil.

Del hoyo comenzó a supurarme una pus amarilla-rosada, pero de manera exagerada. Cuando tosía, no soportaba el dolor. Después, en Cuba la radiografía verificó que la bala me había roto tres costillas.

Una de las alucinaciones más terribles que tuve fue que a los heridos nos metían en un gran cañón y nos disparaban para deshacerse de los desperdicios. La otra, era que amarrado en tierra, pasaba un avión tirando unos globos llenos de pus que me reventaban cerca y me salpicaba el indeseable líquido.

A mi todo aquello me daba indicaciones de la gravedad que padecía. Yo lloraba y gritaba que no me quería morir.

Además de las alucinaciones y las fiebres, me daba el “efecto de regresión”. Es algo tremendo porque la persona padece exactamente lo que sintió cuando sufrió el trauma. Es algo sicológico y me ocurría cuando me iban a curar o a inyectar, es decir, cuando estaba en tensión.

Yo era, en mi primera etapa de herido, una inutilidad. Gritaba que no me quería morir; lloraba porque quería comer chocolates, me moría por comer “oro blanco” –azúcar- ...

Un día hicimos un evaluación, una sesión de partido. Aquello siempre para mi fue tedioso, pero en fin, era yo un miembro del partido en situación de enfermo y lisiado de guerra.

Como siempre: quejas, chambres, pleitos en aquellas reuniones. Cuando comenzó la ronda de críticas y autocríticas, alguien que no recuerdo exactamente dijo: “Yo tengo una crítica para el compañero Vaquerito”. Yo me puse a la expectativa.

“El compa no ha asumido con conciencia revolucionaria su actual estado de herido y llora porque dice que no se quiere morir. Eso es una debilidad pequeñoburguesa que tenemos que combatir y el compañero tiene que asumir hasta la muerte como una tarea revolucionaria... El compa es un herido pequeñoburgués”, decía aquel compañero.

Yo tragaba en seco... “Asumir la muerte como una tarea revolucionaria” nunca lo había escuchado, menos eso de “herido pequeñoburgués”. Era una interpretación a las consignas radicales y deterministas que manejábamos entonces, como ¡Vencer o morir por la revolución! ó ¡Revolución o Muerte!... pero de eso a quererse morir, era algo muy distinto.

viernes, 31 de julio de 2009

Descubrir la muerte en la guerra

Por Juan José Dalton (ContraPunto)
SAN SALVADOR – La muerte hasta entonces no la había descubierto. Estábamos en La Cañada, cantoncito de los filos de Arcatao, en la frontera con Honduras. La guerrilla –si aquellos se le podía Descubrir la muerte en la guerranombrar así- dominaba las alturas, mientras que el pueblo era una base de la Guardia Nacional (GN) y de la Policía de Hacienda (PH).

La zona era estratégica; la cercanía con la frontera hondureña daba la posibilidad de introducir logística (armas, víveres, vestimenta y medicinas), así como para la entrada permanente de personal que venía del extranjero.

Era un cantón “normal”, hasta tienda tenía. Los guerrilleros convivían ahí con sus familiares. Era de tal manera que, incluso, cuando a algún combatiente le tocaba su posta se iba con todo y mujer.

En ese entonces de 1981 la guerra no se había generalizado. Además, después de la primera ofensiva, muchos combatientes habían abandonado la guerrilla; algunos enterraron los fusiles por si volvían.

En La Cañada conocí a “El soldadito”. Nunca le supe su verdadero nombre ni siquiera usaba seudónimo. Simplemente era “El Soldadito” y era además hondureño. Moreno, pequeño de estatura. Lo recuerdo como el único que tenía uniforme militar, casco y fusil.

En una de aquellas incursiones combinadas que se hacían; tácticas de “yunque y martillo”, al estilo de la estrategia usada por los gringos en Viet-Nam, “El Soldadito” desertó de las tropas hondureñas y se unió a la guerrilla.

Era simpático: siempre riéndose con sus dientes pelados. Los compas lo molestaban con lo de la guerra del futbol. Le decían que los salvadoreños éramos mejores jugadores que los hondureños..., pero él nunca se enojaba.

Su historia era la misma que podría contar cualquier joven campesino de aquella zona en El Salvador. La pobreza, el trabajo desde niño, el abandono de la escuela y el enrolarse en le ejército como forma de hacer carrera y lograr algún poder.

No recuerdo la fecha exacta, pero en el mes de mayo de 1981 iniciamos una serie de acciones contra los puestos de Arcatao, Nueva Trinidad y San José las Flores. Una vez reunido el grupo nuestro con el comandante Salvador Guerra (recuerdo que estaba Sebastián –El Tamba-, Chapael, Douglas –Eduardo Linares-, Chacho –el argentino- y Felipito), hablamos de la importancia de “limpiar” aquella zona de fuerzas enemigas.

“Es estratégico”, explicaba Salvador, quien agregó algo que con el tiempo nunca se cumplió, pero demuestra lo soñadores que éramos. “Tenemos que limpiar todo esta zona porque la idea es que esta sea la retaguardia estratégica. En un lugar plano hagamos una pista de aterrizaje. El gobierno provisional revolucionario podría asentarse aquí y ser reconocido por varios países del mundo”, detallaba Salvador, uno de los grandes estrategas que tuvo la guerrilla salvadoreña.

En uno de esos ataques de hostigamiento “El Soldadito” cayó mortalmente herido. No se si habría muerto en el acto, pero cuando yo regresé al campamento ya estaba muerto. Era después del mediodía.

Yo nunca había visto a un muerto de aquella guerra. Para mí fue el primerito. Estaba con su uniforme ensangrentado. Inmóvil y frío. El pelo lo tenía lleno de tierra.

Estaba tendido sobre una hamaca, que los sanitarios y grupos de apoyo habían cargado desde la periferia de Arcatao hasta La Cañada.

Cuando lo vi inmóvil y con los ojos entreabiertos, sentí tanta tristeza que se me salieron los lágrimas y seguramente hice algún gesto de rabia o de congoja... “Compañero, ¿por qué está llorando?”, me preguntó alguien.

“Bueno, era mi amigo y me da tristeza verlo ahí muerto...”, le contesté.

“Aquí no le lloramos a los muertos... ¡A los muertos se les imita en el combate!”, me gritó aquella persona que no puedo recordar si era mujer u hombre.

Lo sentí mucho. Quizás me escurrí entre todos los que estaban mirando el cadáver de “El Saldadito”. Seguramente fue sepultado en La Cañada, pero a estas alturas tu tumba ni cruz tendrá y sus despojos se habrían confundido con la tierra de aquellos filos montañosos llenos de historias, de tristezas y de alegrías.

Por suerte hoy podemos llorar libremente recordando y compartiendo los relatos de las vicisitudes de aquellos que quedaron en el camino y de quienes hoy ni el nombre sabemos.

martes, 30 de junio de 2009

Michelleti “no tiene quien le escriba”

Por Juan José Dalton (ContraPunto)
SAN SALVADOR – No sé cómo será ni cómo saldrá, pero el reinado de Roberto Michelleti en Honduras, será muy breve o muy malo. Como dicen por estos lares: ¡Menudo problema que se ha buscado!

¿Quién lo habrá asesorado para cometer la semejante burrada? Hoy alguien me dijo: Creo que detrás de esto están el Otto Reich y el John Negroponte... ¡¡Los más probable es que quién sabe!!

Pero lo cierto es que los ideólogos de este “putch” no consideraron la realidad circundante en “las Américas”, ni siquiera se pusieron a pensar en algo estratégico: ¿Y si el “putch” falla, para dónde reculamos? No tendrán a dónde ir...

Michelleti, un eterno diputado liberal e irascible, quiere hacerse pasar por el salvador de la democracia en Honduras y quiere convencer a la “mara” que lo que dio no fue un “golpe de estado” sino una “sucesión constitucional”.

Pero, señores: Si camina como pato y hace cua cua cua: ¡Es pato!

En fin, eso y la firma falsificada de “Mel” Zelaya, en una carta de renuncia leída por un diputado, es harina de un proceso penal, cuyas repercusiones aún no son imaginables.

Por el momento, los golpistas de Honduras se han comportado peor que las hermanastras de la Cenicienta y si se hace el hechizo, los veré a todos pidiendo cacao.

Como decía anteriormente, las cosas en “las Américas” han cambiado sustancialmente. Para muestra un botón: en Estados Unidos gobierna el negrito Obama, pero en El Salvador ya no gobierno el negrito Flores.

Así son las cosas y no tiene nada que ver con el color de la piel, porque a Paquito Flores le encantó apoyar el “putch” contra Hugo Chávez que protagonizara Pedro “El Breve” Carmona (Breve por chiquito, no por lo corto de su mandato ilegal); sin embargo, Obama dijo: “machete estate en tu vaina”.

Honduras ha quedado sitiada. En América Latina no hay quien haya reconocido el golpe. Los países vecinos han cerrado sus fronteras terrestres y los del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), han sido drásticos.

En un documento de 9 puntos le cortan “la luz y el agua”. Retiran a sus embajadores (algunos del Grupo de Río: México, Brasil y Chile, por ejemplo, también); no reuniones políticas, económicas, financieras, deportivas y turísticas en Honduras; no créditos, etc, etc...

La OEA, la ONU y la Unión Europea (UE), están en contra de Michelleti y quieren el retorno de Zelaya. Por si fuera poco, internamente el estallido social puede estarse haciendo inevitable.

No hay brujo que sepa aún cómo terminarán los responsables de esta tragedia, entre ellos Michelleti, que más temprano que tarde estará solo “en su laberinto”..., pero por el momento también está solo y “no tiene quien le escriba”.

lunes, 22 de junio de 2009

El Avioncito

Por Juan José Dalton (ContraPunto)


SAN SALVADOR – De Chalatenango, específicamente de Las Vueltas, fuimos trasladados –era 7 u 8 de octubre de 1981- en helicóptero para la base de Ilopango. Íbamos esposados con las manos hacia la espalda, lo que nos dificultaba la movilidad.

Manuel Terrero y Wilfredo Centeno, los dos barbudos; yo flaco en extremo y demacrado, con el costado derecho del pecho sangrando por las torturas que me habían hecho en mi inmensa herido, en el cuartel de la GN en Las Vueltas. Apenas podía caminar.

Otra golpiza recibimos al bajar a tierra del helicóptero. Patadas y puñetazos. Un general, muy macho él, gritaba: “!¿Quién es el chocho?¡” Con la misma nos daba con la cacha de la pistola en cualquier parte del cuerpo. A mi me tocó en la ceja derecha y me tiró al suelo.

Él creía que Terrero era “chocho”, es decir, nicaragüense. Dejó de gritar cuando le informaron que no había ningún nicaragüense, sino que se trataba de un dominicano.

De Ilopango fuimos trasladados al cuartel central de la Policía de Hacienda (PH). No llevaron vendados. En un inicio no sabíamos que ahí estábamos. A los tres nos tiraron en un cuatro en el que interrogaban. Era sucio y tenía amontonados un montón de cosas viejas: libros, diarios, utensilios de cocina... Del techo pendían unos lazos gruesas.

Ahí llegaban de tres en tres, en ocasiones hasta más agentes de la S-2 a interrogarnos. Amarrados y vendados nos golpeaban con patadas, con puñetazos; nos ponían las pistolas o los cañones de los fusiles en el pecho y nos amenazaban con disparar.

Además, nos aplicaban la picana eléctrica, que no era otra cosa que dos cables pelados conectados a la electricidad. En la cabeza y en los brazos, en las piernas. A mi en la herida me daba los “toques”.

Eran ciclos imparables porque torturaban a uno primero y a otro después. Realmente, yo ya ni dolor sentía, pero era angustiante escuchar que estaban torturando a otro.

Quizás la tortura que más me impactó fue la del “avioncito”. Llegaban y te preguntaban: “¿Cómo querés el avioncito, con piloto o sin piloto?” Si uno respondía que sin piloto, el guardia decía: “¿Y cómo creés que un avión va a volar sin piloto?”. Entonces, colgado de los lazos que pendían del techo, uno de los torturados se subía encima de nosotros y los demás guardias comenzaban a balancearlo.

El “avioncito” sin piloto consistía en que te daban vueltas y vueltas, lo cual causa un dolor extremo y mareo. O te balanceaban hasta darte en las paredes.

Crueldad sin límites. Pero, era la lucha cobarde entre esa crueldad, que los altos jefes militares iban a ver como un circo, y la lucha valiente de los prisioneros por su sobrevivencia y el soporte estoico de fidelidad hacia el compromiso histórico que habíamos adquirido cuando nos metimos a la guerrilla.

Un día me dejaron colgado del techo durante varias horas. Ya no sabía si sentía dolor o no, pero le decía a Wilfredo que mejor me matara con la misma pita con que estaba colgado. Él me miraba angustiado y me decía: “¡Soportá, ya te van a bajar!” “Soportá, que llevamos tres días aquí y es signo que no nos quieren matar...”

Wilfredo tuvo razón: sobrevivimos y podemos contar la historia. ¿Cuántos no la contarán? No sé, pero es justo hablar por ellos...

martes, 31 de marzo de 2009

Las gracias que nunca di

Por Juan José Dalton (ContraPunto)
SAN SALVADOR – Habíamos salido huyendo del hospitalito de La Montañona, en Chalatenango. La invasión de octubre, una de las más grandes que realizó el ejército en toda la historia de la guerra, había comenzado. La Montañona era el centro “neurálgico”; ahí estaba la comandancia de las FPL, incluso, el máximo jefe, “Marcial”, así como todo su Estado Mayor.


Decenas de personas hicieron columnas apresuradamente y comenzamos a “güindiar”. Íbamos por un lugar y después regresábamos por el mismo. Agarrábamos por un sendero, luego parábamos durante horas y en silencio a esperar la noche. Los exploradores del enemigo andaban cerca. Los helicópteros ronroneaban por nuestras cabezas y cuando detectaban algo ametrallaban; después pasaban los aviones bombardeando.


En una de estas paradas agotadoras y tensas, me di cuenta que el prisionero de guerra que llevábamos –un campesino de ORDEN, al que se acusaba de varios crímenes contra civiles- se sentía mal. Me le acerqué y le pregunté qué le pasaba y me contestó que le dolía mucho la cabeza.


Entonces fui a buscarle dos pastillas. Se las tomó y me dio las gracias, como dice nuestra gente: “Qué Dios se lo pague”.


No lo volví a ver más en la güinda, que siguió por rumbos indefinidos. Caminábamos de noches por unos filos inimaginables. Recuerdo que en una de estas noches perdimos los primeros equipos que habían llegado para la Radio Farabundo Martí. Un burro llevaba encima dos consoladas grandes y en uno de esos filos el animal puso "el pie" donde no debía y únicamente escuchamos el ruido de la carga al rodar por el precipicio.


Al amanecer llegamos a un cañaveral. Hambrientos como estábamos comenzamos a cortar cañas y a chupar el jugo. Seguramente el ruido aquel hizo que los soldados nos detectaran y nos emboscaron. Hubo una estampida hacia cualquier parte.


Yo, herido y débil, quedé solo. Hasta que Frank, el dominicano, y Neto, el médico, me localizaron y se dispusieron a acompañarme. Las ráfagas de ametralladora se escuchaban por todos lados. Los tres quedamos en medio de arbustos, hasta que llegó la noche y pudimos caminar hacia quién sabe dónde.


En una ocasión llegamos tan cerca de los soldados que sentíamos el olor a cigarro y sus voces. Pasaban las horas y estábamos cada vez más débiles y hambrientos. Frank se había caído y se había golpeado fuertemente la canilla en una piedra. Hasta el hueso le vimos.


Una noche llegamos a un cerrito; veíamos luces a lo lejos. La noche era tan oscura que creíamos que estábamos bien protegidos y cometimos el más grave error de quedarnos dormidos los tres.

“¡¡Miren, aquí hay tres dormidos!!”, le decía un soldado al resto de la unidad que pasó a unos metros de nosotros. “¡¡No!! Están muertos, los matamos ayer”, decía el jefe de la unidad. Y el otro necio que estábamos dormidos; tres soldados nos apuntaban con sus armas y nos comenzaron a golpear.


Inmediatamente toda la unidad nos rodeó y nos amarraron los pulgares con cordeles. No tuvimos ninguna posibilidad de responder: yo estaba desarmado; Neto portaba una pistolita 22 y quizás nunca había disparado en su vida; Frank llevaba una subametralladora UZI, pero con pocas balas ya que dos días antes había descargado su arma contra unos “kaibiles” a los que eliminó una unidad de las FES, y donde quedó muerto “Toño”, nuestro querido y simpático fundador de las Fuerzas Especiales en el Cascajal, en los filos de Arcatao.


Los soldados nos llevaron al cuartel de la Guardia Nacional (GN) de Las Vueltas. Ahí nos comenzaron a golpear bárbaramente. Nos colgaron los tres del techo, como piñatas. Nos preguntaban por “Marcial”. ¿Quién podría dar su ubicación en aquellas circunstancias?
Colgados estábamos los tres cuando de pronto veo entrar al cuarto a alguien que se me parecía conocido. “¿Quién de estos es jefe?”, le preguntó el jefe del operativo en la zona. ¡Era el prisionero de guerra! Había logrado escaparse y llegó hasta Las Vueltas. Nos miraba a los tres sin pronunciar palabras. De haber dicho que alguno de nosotros era jefe no nos hubiéramos librado de mayores y más crueles torturas.


Se le quedó viendo fijamente y dijo: “No mi capitán, ninguno de estos es jefe, a ninguno conozco...”.


Nos bajaron del techo y el capitán al mando llamó al Estado Mayor para informar que había capturado a tres guerrilleros, uno de ellos extranjero. Escuchamos claro cuando el alto jefe dijo por la radio: “no les hagan nada, ya voy a mandar por ellos”.


Minutos después llegó un helicóptero. Nos tiraron a su interior como que éramos sacos de mercadería. El aparato levantó vuelo. Decenas de campesinos con machetes desenvainados habían rodeado la nave y gritaban que nos querían matar.


Desde lo alto, el verde en sus diversas tonalidades era lo que resaltaba. Minutos, quizás horas de horror habían pasado. Aquel prisionero de guerra, acusado de graves crímenes, me salvó la vida. No sé su nombre ni sé si estará vivo, pero ahora es cuando puedo darle las gracias. Donde quiera que esté...