Por Juan José Dalton (EL PAÍS)
El papa Francisco ha abierto la vía para la beatificación del asesinado arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, tras asegurar que no hay impedimentos en su caso y que el proceso está “en un camino normal”.
Romero, principal representante de la llamada
teología de la liberación (una interpretación de la fe cristiana desde
la perspectiva de los pobres), e incansable en la denuncia de la
represión militar, fue asesinado en marzo de 1980 de un balazo, mientras oficiaba misa en la capilla del Hospital La Divina Providencia para enfermos de cáncer. Un francotirador ejecutó una conspiración encabezada por el mayor de inteligencia Roberto D’Aubuisson,
que en 1983 fundó el partido de derecha más importante del país,
Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), en el poder por 20 años. Nadie
fue condenado por el crimen.
Se considera que la muerte de Romero, de 63
años, fue la gota que colmó el vaso y dio lugar a la guerra civil
(1980-1992), entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
(FMLN) y el Ejército, con el apoyo de Washington.
En una conferencia de prensa al regreso de su viaje por Corea del Sur,
el Papa aseguró que Romero era “un hombre de Dios” y que “el proceso
estaba en la Congregación para la Doctrina de la Fe, bloqueado por
prudencia. Ahora ha pasado a la Congregación para los Santos y está
siguiendo el camino normal de un proceso”.
Antes de asumir la presidencia el pasado 1 de junio, el mandatario salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén,
viajó a la Santa Sede para tratar la beatificación de Romero, a quien
se conoce como San Romero de América, el defensor de los derechos
humanos.
Para ser beatificado es necesario que se le
reconozca el martirio o que se le atribuya un milagro. Los mártires
pueden alcanzar el primer paso previo a la santidad sin que se les
atribuya un milagro. Pero éste sí es necesario para la canonización.
“Lo que me gustaría es que aclarasen cuándo hay
un martirio por confesar la fe —odium fidei—, y cuándo por trabajar para
el prójimo como ordena Jesús”, aclaró el Pontífice. “Este es un trabajo
de los teólogos, porque detrás de él hay una larga lista. Tenemos que
seguir el proceso y el Señor tiene que dar una señal. Ahora, los
postuladores deben moverse, porque ya no hay impedimentos” indicó.
En El Salvador, las palabras del papa Francisco han sido acogidas con alegría
“Estamos sumamente complacidos”, aseguró el
ministro de Asuntos Exteriores, Hugo Martínez, “por el interés y
determinación de su Santidad y muy optimistas por el nuevo impulso a
esta causa”.
Romero nació el 15 de agosto de 1917 en el
municipio de Ciudad Barrios, al oriente de El Salvador. Era el segundo
de ocho hermanos. Su padre, Santos Romero, era el telegrafista y
empleado de correos. Fue nombrado arzobispo de San Salvador, el 3 de
febrero de 1977. A finales de la década de 1970 Romero desde su púlpito denunciaba las graves violaciones a los derechos humanos que cometía el ejército salvadoreño.
Un día antes de ser asesinado, el arzobispo
pidió al ejército no continuar con las masacres: “Yo quisiera hacer un
llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Hermanos,
ustedes son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos
campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer
la ley de Dios que dice: No matar. [...] Queremos que el Gobierno tome
en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta
sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos
lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les
ruego, les ordeno en nombre de Dios que cese la represión”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/19/actualidad/1408483365_818743.html