lunes, 4 de diciembre de 2006

Arde el traspatio


Guste o no, después de los triunfos de Lula en Brasil, de Daniel Ortega en Nicaragua y de Rafael Correa en Ecuador, lo que Hugo Chávez protagonizó en Venezuela el domingo 3 de diciembre fue “un remachón” para la ya no tan pequeña cadena de victorias de las izquierdas latinoamericanas, en los últimos dos años.

Y el “remachón” de Chávez es interesante y fundamental para el análisis del futuro del continente. Su triunfo fue arrollador sobre la oposición en unas elecciones ampliamente concurridas y además, celosamente vigiladas por la comunidad internacional. Vendrán “análisis de análisis”, pero en Venezuela lo que se avecina es una profundización del proceso revolucionario emprendido por “el Zambo” –mezcla de indio con negro-, como lo nombran en forma denigrante ciertos sectores racistas.

Nunca antes en la historia en Latinoamérica habían coincidido en el poder tantos gobiernos de izquierda, unos más radicales que otros, pero de izquierda. Pasando revista: Cuba, Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Panamá y Nicaragua... Se suman también islas del Caribe, además de que en los últimos años el panorama en Centroamérica se ha visto transformado con los triunfos en Guatemala, Honduras y Costa Rica, de gobiernos de centro-derecha. El consenso neoliberal fue roto y El Salvador es ahora más isla que Cuba.

Los cambios también han tenido la característica de haberse dado de manera pacífica, en elecciones legales y legítimas; los capitales no han huido ni las fuerzas armadas se han manifestado en oposición. Washington ha tenido que aceptar los cambios, y no sólo ello, ha tenido que reconocer triunfos de “indeseables” –para sus intereses-, como es el caso de Ortega y del mismo Chávez.

Lejos de sus fronteras Estados Unidos ha tenido que enviar sus tropas. En la actualidad ante el peligro de que en el Líbano y en los territorios Palestinos se desaten guerras civiles, iguales o peores a la que ocurre en Irak. En la historia posmoderna la guerra de Irak será el primer gran error cometido por Washington, a consecuencia del cual su prestigio, hegemonía y poder está mellado.

Mientras, Latinoamérica sigue por un curso de mayor independencia: las provincias rebeldes. “El llano en llamas” o “Arde el traspatio” serían títulos apropiados para narrar los procesos actuales. La sublevación de los zambos, de los descalzos, las obreras maquileras, los habitantes de tugurios... “El turno del ofendido”, como diría el poeta traicionado y asesinado Roque Dalton (1935-1975).

Pero no todo en la izquierda es “color de rosa”. Latinoamérica es una región próspera, rica en recursos naturales y dueña de hombres y mujeres con inteligencia prodigiosa. No obstante, es también la zona más desigual del planeta y en términos continentales, Latinoamérica es igualmente la zona más violenta del mundo.

Esos son los retos a vencer por las izquierdas para ser exitosas y justas. El otro gran reto de la izquierda es convertirse en la facción político-social que haga florecer la cultura y el arte, como prioridades. Dejar la retórica superficial y de consignas, por el emprendimiento de debates más profundos e imaginativos que conlleven al descubrimiento de posibilidades y alternativas para impulsar un desarrollo armónico entre el humano y la naturaleza, entre el Estado y la empresa privada.

En El Salvador las izquierdas están en un dilema: dar el salto, pero no al vacío. En 2009 habrá elecciones generales. Ya se está contra el tiempo-político para una posible gran alianza nacional frente a la derecha fracasada que ha transformado a este pequeño país en un territorio de muertes, lamentos y desesperanza. Recuperar el brío –la sagacidad de movimiento durante la guerra-, la audacia, la autenticidad y la inteligencia creativa para dar el cambio, es la meta. Negarse a ello sería antihistórico, condenable y cómplice de la desesperanza.

Autor: Juan José Dalton
Fecha: 4 de diciembre de 2006