lunes, 5 de febrero de 2007

El Debate

Desde hace algunos días están llegando a mi buzón electrónico un sinnúmero de mensajes y publicaciones que contienen los pormenores de un debate político-cultural que se está desarrollando en Cuba, especialmente en el seno del sector artístico. Es un debate intelectual, que considero trascendental para el futuro de Cuba.

El debate se centra en el análisis de lo que fue el llamado “Quinquenio Gris”, aunque hay quienes creen que debería ser “Década Negra” u otro período tenebroso. Pero bien, se está tratando de auscultar un momento amargo para la intelectualidad cubana, en el que dominó el esquematismo, el autoritarismo, la homofobia y otra deplorable acción: el “parametrismo”, que no parece estar en los diccionarios, pero que consistía en “parametrar” –hacer parámetros- a una persona para lograr identificar si era o no confiable, afecta o desafecta a la Revolución. En ese rollo mucho se actuó con verdadera injusticia.

Después de una larga ausencia de los temas cubanos, el momento actual y las expresiones en el seno del debate, me llevaron a recordar aquella etapa tan triste para muchos intelectuales de izquierda que nos dimos cuenta que muchas de las denuncias que se hacían de la URSS no era “propaganda diversionista del imperialismo”, sino verdades concretas, como aquellas en la que la disidencia era encerrada en hospitales psiquiátricos para domesticarla a puros “electroshock”.

El llamado “Quinquenio Gris” fue una etapa candente de la Revolución cubana; estuvimos inmersos indirectamente porque en 1967, a finales, fue cuando llegamos a Cuba procedentes de Checoslovaquia; cuando allá se gestaba la invasión soviética y veíamos a los hippies reunirse en la Plaza de Wenselao. Cuba entonces era la Revolución que se enfrentaba a los yanquis en medio de un carnaval de fusiles, de conga y de rumba. Fuimos matriculados en una escuela que se llamaba “Nguyen Van Troi”, en honor al guerrillero que atentó fallidamente contra el Secretario de Estado, Robert McNamara. “¡¡¡Que los cubanos ni se rinden ni venden, Malembe, Ay Malembe!!!” “¡¡¡Nguyen Van Troi ni se rinde ni se vende, Malembe, Ay Malembe!!!”

Pero la Revolución inició pronto una etapa de radicalización y de institucionalización; o de burocratización. Se apegó a la URSS y al Campo Socialista. De salir a gritar con tumbadora en mano: “Nikita, Nikita, lo que se da no se quita” –referido al arsenal atómico que provocó la Crisis de Octubre- se pasó a que los soldados gritaran: “Hurra”, al paso revista de las tropas en la plaza de la Revolución. A Martí lo comenzaron a escoltar Carlos Marx y Vladimir Ilich Lenin. Los manuales de Konstantinov y de Spirkin era el desayuno, almuerzo y cena. En medio de todo aquello, se crearon granjas agrícolas para tratar de convertir a los desafectos y para enderezar a “maricones”.

Los intelectuales tenían que ir a cortar caña y a otras actividades para “proletarizarse”. Una vez una maestra me preguntó: “Oye, a qué se dedica tu padre?”. Yo le contesté con cierta vergüenza: “Es poeta...”. “¡¿Poeta!? ¿¡No me digas!? ¡¡Pues mira, dile que en este país, lo que hay que hacer es cortar mucha caña!!

Creo que aquel fue un período nefasto. Tengo unas amigas que recuerdan que la Unión de Jóvenes Comunista (UJC), de su escuela secundaria, quería sancionarlas porque en un mural habían transcrito el poema de mi padre que se llama: Sobre Dolores de Cabeza. Todo porque los dirigentes no aceptaban el verso final que dice: El comunismo será, entre otras cosas/ una aspirina del tamaño del sol. Creían que era un sacrilegio comparar al comunismo con un analgésico, pero no eran capaces de ver la poesía.

Pero en fin..., cuánto me alegro por la capacidad de la intelectualidad cubana de revisar su pasado reciente, para no permitir que se repita. También, ojalá, para que puedan diseñar nuevos desafíos y debates esenciales referentes a la libertad, al papel del arte, al derecho a disentir; la necesidad cada vez más grande que tiene Cuba de abrirse e incorporarse a Latinoamérica que está en constantes evoluciones y cambios; fenómenos que nunca más podrán explicarse con los ABC del Comunismo.

Es aleccionador y oportuno este debate, sobre todo porque el que sigue siendo el Apóstol de la Revolución Cubana, José Martí, sentenció aquella idea que se dice en una frase: “Ser culto para ser libre”... La idea es que deje de ser frase y recobre cada vez más su sentido de acción.

Autor: Juan José Dalton
Fecha: 5 de febrero de 2007