SAN SALVADOR - Hace 12 años, en El Salvador poco se sabía de los usos de la genética forense como método certero para identificar a los desaparecidos durante la guerra civil (1980-1992). Pero un grupo humanitario dirigido por el ya fallecido sacerdote de origen español Jon Cortina logró localizar e identificar a un joven que estuvo desaparecido más de una década y al fin pudo reencontrarse con su madre biológica, que lo había buscado afanosamente y ya casi había perdido toda esperanza.
Cortina no escatimó esfuerzos. Sus gestiones llegaron a oídos de un grupo de médicos humanitarios de la Universidad de Boston (EE UU) y éstos lograron establecer mediante las muestras de ADN que el joven Juan Carlos Serrano era el hijo desaparecido de Magdalena Ramos, que lo había perdido en plena guerra civil, en la norteña provincia de Chalatenango, que fue escenario de cruentos combates entre Ejército y guerrilla.
“Desde entonces y hasta el momento actual son varios los niños [hoy jóvenes] que han sido identificados certeramente por medio de las ciencias genéticas. ProBúsqueda [organización creada por Cortina en 1994] tiene un registro de 790 desaparecidos y ha localizado a 331, algunos de ellos a través de estudios de ADN”, explicó a EL PAÍS Mario Sánchez, director de dicha asociación humanitaria.
Con los auspicios de ProBúsqueda y de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador, un grupo de expertos en genética forense impartirán a representantes de organizaciones humanitarias de Chile, Colombia, Guatemala, Honduras y El Salvador un curso de capacitación bajo el título Bases teóricas y prácticas para la evaluación de la filiación biológica mediante del ADN en la identificación humana.
Stefan Schmitt, científico alemán residente en Miami (EE UU) y director del Programa Forense Internacional, del Physicians for Human Rights (PHR), dijo a EL PAÍS que “los países centroamericanos están en pañales en las ciencias de genética forense, pero en este encuentro vamos a compartir conocimientos novedosos con un grupo importante de técnicos del área, a quienes se le trasladarán los resultados que ha obtenido ProBúsqueda en la identificación de hijos de desaparecidos en la guerra civil”.
Schmitt sostuvo que la genética forense, de ser aceptada por los Estados centroamericanos, no sólo servirá para resolver casos relativos a los derechos humanos y ocurridos en las guerras civiles del pasado siglo, sino a otros, como por ejemplo los de inmigrantes asesinados o fallecidos por distintas causas en las fronteras de México y que son sepultados únicamente bajo la identificación de XX, a falta de documentos de identidad.
Tanto el director de ProBúsqueda como Schmitt aseguraron que estos cursos de formación están dirigidos a fortalecer las pruebas científicas en la identificación humana de las víctimas, como en el caso de Guatemala, donde constantemente se descubren fosas comunes de víctimas de la guerra, cuya identificación es imposible si no es a través del ADN.
“Sería un aporte contra la impunidad, del pasado y del presente. Pero hay que tomar en cuenta que la impunidad no está determinada sólo por la carencia de tecnología: hay falta de experiencia, falta de voluntad... Hoy, el problema de la criminalidad tiene que ver con corrupción en las policías y en los tribunales”, finalizó Schmitt. (Nota publicada en EL PAÍS, de España: www.elpais.com)
Autor: Juan José Dalton
Fecha: 6 de noviembre de 2007