SAN SALVADOR - El canadiense Pat Roy Mooney, director del Group ETC, y la académica uruguayo-mexicana Silvia Ribeiro, encabezan la delegación, que se ha reunido con líderes de universidades, asociaciones ecologistas, sindicatos campesinos y empresarios, así como Gobiernos locales y estatales de Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica para hacer "conciencia de la problemática", según explicó la ONG. El Salvador es su última escala, y en este país se celebrará una junta del Consejo Directivo de ETC.
Ribeiro explicó a EL PAÍS que "terminator es una tecnología para diseñar genéticamente plantas que producen semillas estériles y ha sido desarrollada por unas seis multinacionales de semillas y agroquímicos, junto al Gobierno de Estados Unidos, con fines puramente de mercado: para mantener el control y buscar ganancias".
La científica asegura que las investigaciones indican que una vez sembrada la semilla terminator, ésta no puede volver a ser usada con fines de producción, lo que obligará a los campesinos a volver a comprar la semilla y a usar los fertilizantes y pesticidas que las mismas multinacionales fabriquen.
Dependencia del exterior
"Es decir, los países que dejen introducir estas nuevas tecnologías perderán su soberanía alimentaria, porque los campesinos van a tener que depender de fuentes externas, que destruyen las prácticas ancestrales de selección de granos para las siembras, como es el caso, por ejemplo, de los campesinos indígenas en Latinoamérica", explicó Ribeiro.
Mooney, uno de los científicos ecologistas más reconocidos a nivel internacional y ganador del llamado Premio Nobel Alternativo, afirmó que actualmente las multinacionales están trabajando arduamente "ya no sólo para controlar la semilla, que es la llave de la cadena alimentaria, sino los genes y a nivel molecular, a través de la nanotecnología".
"Pretenden el control de la naturaleza. Las nuevas tecnologías, que justifican para contrarrestar el cambio climático, no sólo se emplearán para granos básicos de alimentación, sino como alternativa para la producción de los biocombustibles. Sin embargo, hasta el momento no se ha demostrado su eficiencia ni existen investigaciones que indiquen las consecuencias de estos productos modificados genética y molecularmente. No sabemos cuánto se dañaría a la humanidad y, en general, a la biodiversidad", apuntó Mooney, quien lleva una década advirtiendo en todo el mundo de esta situación junto a su equipo.
"Se está experimentando también la llamada semilla zombie, que consiste en aplicar un baño químico a la semilla terminator para que deje de ser estéril y resucite. Son experimentos que se están haciendo en empresas italianas", añadió el científico.
Además, el rechazo de la ONG a estas semillas se refuerza con el argumento de que "hasta el momento estás tecnologías no se están preocupando por incrementar los nutrientes de las semillas, que se reproduzcan, a fin de combatir el hambre en el mundo". "Por eso, los países deben prohibir completamente la implantación de estas nuevas tecnologías", finalizó Mooney. (Nota publicada en El País www.elpais.com ).
Autor: Juan José Dalton
Fecha: 2 de octubre de 2007