martes, 24 de enero de 2012

El Salvador... no existes


por Juan José Dalton (*)  
SAN SALVADOR – “Ni pa´ trás ni pa´ lante”, diría un cubano a la hora de observar la realidad salvadoreña y queriendo decir que esta sociedad ha quedado estancada en el tiempo y en el espacio; que sus avances son significativamente menores en comparación a sus regresiones.
El Salvador siempre ha sido convulso. Históricamente fue un remedo de República; más que remedo de Nación, una inmensa finca explotada por un pequeño grupo de oligarcas voraces e insensibles que contaron siempre con un ejército de capataces criminales para doblegar a los colonos y peones a látigo, machete y miseria.
Los ejidos de los indígenas fueron arrasados para convertirlos en plantaciones de café, caña y algodón. Los dueños de las grandes haciendas construían sus palacetes en San Salvador, desde donde administraban y exportaban sus productos. Otra cosa nunca les importó.
Cualquier reclamo había que apagarlo desde las raíces, de ahí las matanzas, las carceleadas y los exilios.
Pronto los cafetales, cañaverales, algodonales, beneficios e ingenios fueron convertidos en bancos y en inmensos centros comerciales. El dólar sustituyó al colón, pero la mentalidad voraz nunca se apaciguó.
Hubo revueltas aplastadas, poblaciones diezmadas; vino y se fue la guerra, pero la paz nunca llegó. La paz es un invento perverso del sistema político, que sólo sus representantes entienden y manejan a la perfección.
Los oligarcas siguen conservando sus privilegios, mientras la democracia es un desfile bufo de elegidos que terminan haciendo lo que el dinero les pone como límite.
Tres pasos adelante, cinco para atrás. Así nunca llegaremos al horizonte, aunque la ilusión óptica nos hace caminar a la línea imaginaria de la esperanza.
Ahora resulta que el primer presidente de izquierda de la historia nacional, que representa a una izquierda antidictatorial, antioligárquica y antimperial, está rendido y dulcemente atrapado en las redes de sus antiguos enemigos, quienes no han cambiado ni cambiarán de rumbo.
El mandatario ahora se inclina ante las políticas de Washington que han ordenado remilitarizar el Estado, cuando la militarización fue la causa de la recién pasada guerra civil.
¿Será esto una pesadilla? O como diría mi padre, Roque Dalton, en su verso hiriente y realista:
País mío no existes
sólo eres una mala silueta mía
una palabra que le creí al enemigo