domingo, 16 de noviembre de 2008

El Salvador en la orfandad política

Por Juan José Dalton (ContraPunto)

SAN SALVADOR – En el nuevo alineamiento internacional, tras el inmenso triunfo obtenido en las urnas de Estados Unidos por el senador Barack Obama, El Salvador ha quedado huérfano y aislado, gracias a su política unilateral de alianza con el Washington dominado por los “neocons” republicanos en los últimos ocho años.

Nadie puede dudar de la incondicionalidad de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) con la administración Bush, especialmente durante los gobiernos de Francisco Flores y de Antonio Saca. Precisamente a estos “neocons” son a los que nadie quiere en la actualidad tener de cerca, ni al lado, ni detrás, ni enfrente. Son como una mofeta, hediondos y señalados como culpables de todas las crisis de la última década.

Las grandes decisiones tomadas por Flores y Saca respondieron más a los intereses de la Casa Blanca, que al de los salvadoreños, lo dicen las encuestas locales. Por ejemplo: el apoyo político y militar dado a Estados Unidos para invadir Irak, con un envío de tropas que se mantiene vigente; la dolarización de la moneda local; el Tratado de Libre Comercio (TLC) y la rivalidad con Cuba y Venezuela (extendida a las naciones del ALBA), entre otras acciones, que han caían en gracia a Washington, pero ahora serán signos de “mala suerte” para El Salvador dado que el gobierno de Obama podría llegar a arreglos y mejorar la relación con los rivales que se ha ganado Bush. El Salvador quedaría como un “sudador de calenturas ajenas”.

El presidente Antonio Saca, desde Estados Unidos, al brindar declaraciones antes del resultado electoral del pasado 4 de noviembre dijo que “sería el primero en la fila para ir a saludar al presidente electo”. Al cierre de esta edición, el mandatario electo Barack Obama no ha hablado ni respondido saludos a Saca, lo cual debiera hacer alguien a quien se considera “amigo” y aliado fiel.

Más allá de las palabras del presidente salvadoreño, los enunciados que Obama lanzó en su campaña indicaban que muchas cosas cambiarían en las relaciones entre El Salvador y Estados Unidos. Es más, la tendencia del cambio se vio venir desde que en las elecciones pasadas (noviembre de 2006) los demócratas ganaron la Cámara de Representantes y el Senado.

Veamos sólo tres aspectos: la guerra de Irak. Obama prometió desmontarla; incluso, en el Senado se opuso a tal aventura bélica. ¿Cómo no va a cambiar la relación cuando las posiciones de Obama y Saca son encontradas? Y no importa el hecho del insignificante número de soldados que El Salvador mantiene en Irak, sino el apoyo político incondicional que ARENA prestó al derrotado Bush.

El Salvador, con ese cheque en blanco regalado, es el único país latinoamericano que mantiene tropas en Irak; el resto de los integrantes de aquella Brigada Plus Ultra le dio la espalda a Bush. No por algo el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero y Obama tienen “química” y se avizora que tendrán muy buenas relaciones. Zapatero ganó las elecciones, al igual que Obama, entre otras cosas, por oponerse a la guerra de Irak.

La otra gran situación adversa a la que Saca se tendrá que enfrentar, y por lo cual ARENA también será aislada internacionalmente, se refiere a su concepción neoliberal ortodoxa de ver la economía y la sociedad en su conjunto. Coincide el cambio de gobierno en Estados Unidos con el momento en que galopa una dramática crisis económica y financiera, de la cual se culpa al neoliberalismo.

Obama tendrá que liderar, en su propio país y en el mundo, una profunda reforma del sistema financiero internacional, lo que implicará una reingeniería de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM). La era de las desregulaciones y de la acción no fiscalizadora del Estado ha terminado.

En ese sentido, las aperturas comerciales que hicieron caer a El Salvador en la aprobación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, sin revisar a fondo los contenidos y sin medir consecuencias, también serían revisadas por los nuevos gobernantes estadounidenses. El primer afectado será Colombia, nación con la cual seguramente no se aprobará el TLC en el congreso estadounidense.

Otra situación que afectará al gobierno de Saca con el nuevo poder en Estados Unidos será la forma en que se ha estado manejando el tema de la migración.

Mientras internamente el gobierno hace creer que sus gestiones de “amistad” con Bush resultan en acciones en beneficio de millones de inmigrantes, lo que veremos en adelante es que ningún beneficio pasado, presente o futuro ha sido posible sin el movimiento organizado de los inmigrantes salvadoreños, cuyas organizaciones están relacionadas en mayor medida con los movimiento sociales en Estados Unidos que contribuyeron al triunfo de Obama.

Después de enero de 2009 ARENA no podrá usar su presunta “buena amistad” con Washington para hacer campaña electoral a su favor, ni podría hacer campaña “sucia” con el tema de las remesas, en contra de su principal contendiente, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

El FMLN, sin comparase a los demócratas, pude usar los “vientos de cambio” a su favor. Pero analistas indican que “tendrá que ser consecuente”. Funes pregona que buscará buenas relaciones con Washington, lo cual únicamente será posible si su gestión se convierte en avances democráticos sin poner en primeros planos alianzas políticas internacionales; si vence la corrupción y la impunidad vigentes, y sobre todo, si su acción económico y social comienza a denotar un real combate contra la pobreza que detenga de una vez la ola migratoria hacia el norte.