Por Juan José Dalton
SAN SALVADOR – Si en el seno del FMLN en días recientes hubo “fuego amigo” entre su liderazgo, en la derecha arenera el “fuego no es entre amigos”. Para ARENA se acerca la hora de actuar, no de redefinir su estrategia. Pero ese actuar quizás es ya algo tarde.
Hay analistas que dicen que aún hay tiempo, en una especie de “consuelo de tontos”. Sin embargo, no hay tiempo. Como decía un destacado economista local: “los astros se le han alineado en contra”; en medio de la tempestad y del barco naufragando, algunos de los marineros prefieren huir.
No es fácil el momento que vive ARENA: es de turbulencias y huracanes. ¿Y cómo no? Hagamos un breve repaso. ARENA para elegir al actual candidato atravesó una crisis aún no subsanada. Se debe recordar que compitieron 18 “pre-candidatos”, la mayoría de los cuales eran funcionarios del actual gobierno.
Nunca se había visto eso. ¿Qué pasaría en Estados Unidos o en Rusia o en China, si el vicepresidente, el canciller, el secretario de seguridad y el abogado del Presidente, sólo para citar unos casos, además del más importante líder empresarial, ambicionaran ser el “elegido”? ¡Sería un verdadero escándalo! La prensa local lo reflejó como un hecho democrático, repitiendo lo que el liderazgo arenero quería. La prensa no jugó su papel crítico para ayudar a la derecha política a rectificar.
Aquella lucha intestina –aún no estudiada en todas sus aristas- generó pleitos internos que todavía no se han sanado y el candidato “elegido” ha sido hasta el momento incapaz de enderezar el barco y ni siquiera se ha acercado (como creían) en las encuestas más importantes a su principal rival, el periodista Mauricio Funes, candidato del FMLN.
Candidato, centro del blanco
Otro aspecto a analizar es el del candidato elegido ARENA: Rodrigo Ávila.
Fue un error estratégico del liderazgo de ARENA haber elegido a Ávila, por muchas razonas, pero vamos a mencionar las que consideramos más importantes.
Ávila, al caerse la posibilidad de elegir a René Figueroa, fue impuesto por el sector que dominaba el presidente Antonio Saca, con lo cual se convirtió en el representante de dicho grupo que simboliza el desgaste de ARENA en el poder y lo dejó atado al régimen saliente y al que la sociedad le achaca más fracasos de la cuenta.
Por otra parte, Ávila, como ex director de la policía, se convierte en el “blanco” perfecto de la crítica por la incapacidad de cumplir con la principal promesa electoral de Saca, que decía: haremos de El Salvador el país más seguro de Latinoamérica, cuando en la actualidad está claro que somos uno de los tres o cuatro países más inseguros y violentos del mundo.
Salvando las distancias y las circunstancias, la candidatura de Ávila se asemeja a lo que fue la aspiración de Schafik Handal en 2004. Handal entonces representó un “blanco” demasiado grande y muy fácil de dar en el centro de las críticas.
Por otra parte, no era Ávila la mejor pieza para moderar ARENA, para ganar el “centro” y conformar una gran “Unidad Nacional” de “centroderecha”. Ese papel lo hubiesen jugado mejor Roberto Murray Meza, Eduardo Zablah o Francisco Laínez. Pero los tres fueron “vetados”.
Se hace difícil pensar en uno de los tres mencionados en un mitin de la “Tandona” exclamando con vanagloria: “me ensucié las botas”, por no decir otra barbaridad referida a la pasada contienda bélica.
Los elevados déficit
Hecho tras hecho, el FMLN ha tenido la ofensiva desde hace más de un año en el tema electoral.
El FMLN fue el primero en escoger a su candidato presidencial y pese a que había varios aspirantes en el seno de la misma cúpula: Medardo González, Salvador Sánchez Cerén y Salvador Árias, por ejemplo, el análisis de la realidad llevó al FMLN a rectificar sobre el fracaso cometido en 1999 y en 2004. Por ello llevan a Funes.
En contraste, ARENA salió tarde y mal, dejando al partido “herido” y con un “mal capitán” al frente.
Entre otros problemas estratégicos, ARENA tuvo que renovar su dirección, proceso que no parece terminar y que se evidencia en la renuncia reciente de Luis Mario Rodríguez, quien ha dicho que al menos tres o cuatro dirigentes del COENA debieran dejar sus cargos.
ARENA no tiene aún candidato a la Vicepresidencia, y al escoger a un foráneo o a un “camiseta sudada”, abrirá un nuevo coto de contradicciones internas. El oficialismo no tiene aún plataforma de gobierno ni alianzas consolidadas, ni siquiera con sus aliados políticos tradicionales.
El sector empresarial se encuentra dividido. Hasta el líder gremial (ANEP), Federico Colorado, quien aspiró a ser candidato presidencial, ha dicho que de ganar el FMLN no se irá su empresa del país. También lo ha dicho el presidente de TACA y otros muchos lo pudieran repetir públicamente. No es un aval al FMLN, pero si un signo o un aviso de que “no hay peligro” si Funes ganara las elecciones.
El papel de la prensa conservadora también ha sido “nefasto”, incluso para sus propios intereses; en vez de promover la renovación del sistema que dice defender, se han ido por la tangente defensora de los personeros del régimen, sin ningún sentido crítico, en un mundo tan cambiante como es el vigente.
Los tiempos políticos son cortos. Ávila y ARENA deberían comenzar a pensar en la cada vez más cercana posibilidad de perder las elecciones y por ende, en la estrategia a implementar en la administración del fracaso electoral. Es decir, si lo tomamos por lo positivo, ARENA habrá de cambiar y prepararse para hacer oposición democrática.