miércoles, 29 de octubre de 2008

Recompisición de las argollas doradas

Por Juan José Dalton (ContraPunto)

SAN SALVADOR – Tras la venta de los bancos salvadoreños a trasnacionales financieras, los grupos de poder “pierden” internamente el control y manejo de las finanzas. Cambio, transformación, modernización... son las interrogantes.

¿De qué se trata esta operación? ¿Cómo podría ser una relación entre el actual sistema financiero y un posible gobierno de izquierda? ¿Y qué habrá entre los grupos de poder salvadoreños y un gobierno de izquierdas? Gerson Martínez, diputado y dirigente del FMLN; quien se encargó de la elaboración de la Plataforma de Gobierno del candidato presidencial Mauricio Funes, tiene algunas respuestas a la temática abordada.

La posible recomposición de los grupos de poder en El Salvador es aún un debate pendiente, tal como otros analistas lo han certificado.

¿Cómo aprecia el FMLN la venta de los bancos locales a trasnacionales? ¿Es una transformación, una modernización de los grupos de poder? ¿Han perdido estos grupos poder económico y político?

“Cuando se privatizaron los bancos locales durante el gobierno de Alfredo Cristiani (1989-1994) se marcó el inicio de una reestructuración de la economía, que modificó el rol de los grupos de poder en El Salvador. Entonces se consolidó como grupo hegemónico un pequeño círculo dedicado a las finanzas. Ahora, 18 años después, la venta de esos bancos significa una recomposición de las estructuras de poder, en la medida en que lo que constituye una especie de cerebro del capital (el sistema financiero) pasa de manos de una élite criolla a una élite trasnacional.

Si bien quedaron ejecutivos de los anteriores bancos, lo que es cierto es que las decisiones estratégicas de estos bancos responden a sus matrices y no a los intereses de un grupo local, menos aún a cálculos político-partidarios como era en el pasado reciente.

Mi punto de vista es que esto marca un proceso de recomposición de los grupos de poder en El Salvador. Hay que dar seguimiento y estudiar esas nuevas recomposiciones, sobre todo teniendo en cuenta que los más de 4.000 millones de dólares que recibieron, una buena parte no ha sido invertida en el país. La operación de venta y compra de los bancos que una ganancia exclusiva de este pequeño grupo y El Salvador no ganó nada.

Esperamos que con la llegada de los bancos internacionales se puedan aplicar estándares aceptables para El Salvador”.

Algunos economistas locales no hablan de grandes transformaciones, sino cambios de rubros de estos capitalistas locales. ¿Cómo aprecia Ud. esta situación?

“Desde mi punto de vista sí ha habido un cambio drástico, debido a que el capital criollo ya no controla el sistema financiero. Pero también veo que están en proceso de traslación de sus actividades comerciales. Hay que tener en cuenta que hasta hace poco estos grupos eran una especie de argolla con dos anillos: el financiero con sus holdings y el control de las grandes casas importadoras. Ellos han abandonado las inversiones financieras –por el momento-, pero no las casas importadoras. Eso nos obliga a un estudio para saber cuáles serán esos nuevos giros”.

¿Cómo cree Ud. que la crisis mundial vigente va a afectar a los grupos de poder en El Salvador, sobre todo porque se culpa de ella a las políticas neoliberales, las cuales en El Salvador se han aplicado de manera “ortodoxa”?

“Desde hace rato estamos en una etapa post-Consenso de Washington; éste se desintegró. Lo que está sucediendo es una resaca de la gran “juerga” del Consenso de Washington. Esto es un desplome estrepitoso de los dogmas ultra liberales, que privilegiaron las actividades especulativas, la extrema liberalización, la desregulación... Había habido ya todo un deslave de esos dogmas, pero lo que vemos ahora es estrepitoso. Dogmas como la desregulación; precisamente las dificultades que se están teniendo para controlar la crisis tienen que ver con la desregulación.

Se nos impuso un dogma que decía: Estado, manos fuera de la economía. La verdad es que en muchos países eso fue pura apariencia porque el Estado siembre estuvo interviniendo a favor de las élites que controlaban el poder económico y político. Pero ahora resulta que luego de la orgía de la desregulación, se convoca al Estado al salvataje. Entonces en ¿qué quedamos? ¿Tiene el Estado un papel en la economía? Todavía hay gente en El Salvador que no se quiere dar cuenta de la necesidad de una sabia regulación y la libre iniciativa privada”.

Algunos hablan de socialismo...

“Pero eso se ha dicho en términos irónicos. Lo que ha pasado es lo que siempre pasa: se privatizaron las ganancias durante muchos años y se socializaron los costos al final, porque han sido los contribuyentes los que cargan con el costo de la irresponsabilidad especulativa. Para El Salvador hay un mensaje importante para interiorizar y asimilar las causas y consecuencias de esta crisis”.

¿Cómo percibe entonces una futura relación entre un posible gobierno de izquierda en El Salvador, y los grupos de poder, así como con el actual sistema financiero?

“Para nosotros de lo que se trata es poner delante los intereses del país. De convertir a El Salvador en la economía más dinámica de Centroamérica. En tal sentido es importante el fortalecimiento de las actividades financieras, pero bajo la fórmula en la cual ese sistema financiero está al servicio del desarrollo del país, y no el país y su economía al servicio del sistema financiero.

Ahora tenemos que tener en cuenta que los bancos están en manos de intereses extranjeros y creemos que ellos no sudarán las calenturas ideológicas que otros sudaron en el pasado. Lo que necesitan es seguridad jurídica, normas claras y sólidas de estándares internacionales transparentes. Como país lo que necesitamos es que haya una intermediación financiera sana y dinámica que favorezca el desarrollo de todos los sectores de la economía y que no se concentre el crédito en pequeños grupos y sectores”.

¿Su augurio es que habrá un entendimiento entre el gran empresariado salvadoreño y un gobierno del FMLN?

“Efectivamente, por eso en el programa de gobierno de Mauricio Funes hay un conjunto de políticas bajo la denominación de fortaleza empresarial. Justamente son tres trazos de políticas: estímulo, fortalecimiento y desarrollo del gran capital en el país. Es importante que crezca la riqueza-país, que crezca la riqueza de las empresas nacionales, pero que también crezca la riqueza de los demás sectores y de la familia salvadoreña. También tenemos que desarrollar las medianas, pequeñas y microempresas; así como el fortalecimiento de los empresarios no formalizados, a lo que se le llama el sector informal de la economía.

En conjunto, necesitamos dar un gran salto: el crecimiento de las actividades económico-empresariales y de la riqueza que signifique también en mejoramiento de toda la población. Debería ser orgullo nacional tener empresas que compitan en las grandes ligas en la generación de empleos abundante y sólido; bien pagado; gran desarrollo tecnológico, que pague sus impuestos como se debe”.