San Salvador (26/03/2014)
Por Juan José Dalton
Un nuevo conflicto por territorios podría complicarse entre El Salvador y Honduras si los hilos de la diplomacia no son bien manejados y si el nacionalismo no se atenúa en esta región del mundo, de por sí la más letal del continente americano a causa de las pandillas violentas y el narcotráfico.
Este miércoles el gobierno salvadoreño ha divulgado una carta que el presidente Mauricio Funes envió a su homólogo hondureño, Juan Orlando Hernández, para exigirle “la desocupación inmediata” de la isla Conejo, ubicada en el Golfo de Fonseca y en la que existe presencia militar de Honduras.
En términos generales, la carta de Funes a su homólogo, es tajante: le reclama a Hernández haber visitado la referida isla, que tiene menos de un kilómetro cuadrado, y haber dicho que era “territorio cien por ciento hondureño”; además, porque el gobierno de Honduras inauguró el 22 de marzo pasado un helipuerto-muelle en el islote.
Funes en su carta dice que las actuaciones de Honduras podrían afectar a las fraternales relaciones que se han mantenido entre ambos estados; por lo tanto, le solicita a Hernández la “desocupación inmediata de conformidad a las normas del derecho internacional” de la isla Conejo, la cual está posesionada ilegalmente y de facto por fuerzas militares.
En otra carta que el canciller salvadoreño Jaime Miranda Flamenco envía al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, “lamenta y condena la actitud de provocación que el gobierno de Honduras realizó recientemente en la isla Conejo, en la que inauguró un helipuerto y otras obras de infraestructura, en clara violación a la soberanía de El Salvador”.
Quizás estos hechos y declaraciones de ambos países que reclaman soberanía sobre el pequeño territorio no fueran tan graves si no se tratara de que El Salvador y Honduras han tenido conflictos bélicos a causa de territorios desde que ambas naciones son repúblicas; el último conflicto ocurrió en 1969 cuando se protagonizó la llamada guerra de las 100 horas o guerra del fútbol, en la que murieron unas 1.000 personas de ambos países y las relaciones quedaron fracturadas. Dos décadas después el Tribunal Internacional de La Haya resolvió salomónicamente el problema limítrofe, repartió los territorios en disputa, pero entonces no se contempló isla Conejo.
“La carta de Funes es muy fuerte, y desde mi punto de vista no es necesaria porque lo cierto es que los salvadoreños perdimos isla Conejo desde hace aproximadamente 30 años”, explicó a EL PAÍS el experto en temas militares y limítrofes Antonio Martínez-Uribe, quien explica que desde principios de la guerra civil salvadoreña (1980-1992) los militares decidieron entregar a Honduras isla Conejo para que “les ayudaran a controlar el presunto trasiego de armas desde la Nicaragua sandinista a la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN)”. Desde aquella época los militares hondureños merodean en el islote.
“Entonces, las soluciones de fuerza y militares en la actualidad no tienen razón de ser. Hay que insistir en la desmilitarización del golfo de Fonseca –que comparten El Salvador, Honduras y Nicaragua- para que esta zona sea un polo de desarrollo económico y social, tal como lo han pactado los gobiernos de la zona desde 2007”, apuntó finalmente el académico Martínez-Uribe.
Por Juan José Dalton
Un nuevo conflicto por territorios podría complicarse entre El Salvador y Honduras si los hilos de la diplomacia no son bien manejados y si el nacionalismo no se atenúa en esta región del mundo, de por sí la más letal del continente americano a causa de las pandillas violentas y el narcotráfico.
Este miércoles el gobierno salvadoreño ha divulgado una carta que el presidente Mauricio Funes envió a su homólogo hondureño, Juan Orlando Hernández, para exigirle “la desocupación inmediata” de la isla Conejo, ubicada en el Golfo de Fonseca y en la que existe presencia militar de Honduras.
En términos generales, la carta de Funes a su homólogo, es tajante: le reclama a Hernández haber visitado la referida isla, que tiene menos de un kilómetro cuadrado, y haber dicho que era “territorio cien por ciento hondureño”; además, porque el gobierno de Honduras inauguró el 22 de marzo pasado un helipuerto-muelle en el islote.
Funes en su carta dice que las actuaciones de Honduras podrían afectar a las fraternales relaciones que se han mantenido entre ambos estados; por lo tanto, le solicita a Hernández la “desocupación inmediata de conformidad a las normas del derecho internacional” de la isla Conejo, la cual está posesionada ilegalmente y de facto por fuerzas militares.
En otra carta que el canciller salvadoreño Jaime Miranda Flamenco envía al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, “lamenta y condena la actitud de provocación que el gobierno de Honduras realizó recientemente en la isla Conejo, en la que inauguró un helipuerto y otras obras de infraestructura, en clara violación a la soberanía de El Salvador”.
Quizás estos hechos y declaraciones de ambos países que reclaman soberanía sobre el pequeño territorio no fueran tan graves si no se tratara de que El Salvador y Honduras han tenido conflictos bélicos a causa de territorios desde que ambas naciones son repúblicas; el último conflicto ocurrió en 1969 cuando se protagonizó la llamada guerra de las 100 horas o guerra del fútbol, en la que murieron unas 1.000 personas de ambos países y las relaciones quedaron fracturadas. Dos décadas después el Tribunal Internacional de La Haya resolvió salomónicamente el problema limítrofe, repartió los territorios en disputa, pero entonces no se contempló isla Conejo.
“La carta de Funes es muy fuerte, y desde mi punto de vista no es necesaria porque lo cierto es que los salvadoreños perdimos isla Conejo desde hace aproximadamente 30 años”, explicó a EL PAÍS el experto en temas militares y limítrofes Antonio Martínez-Uribe, quien explica que desde principios de la guerra civil salvadoreña (1980-1992) los militares decidieron entregar a Honduras isla Conejo para que “les ayudaran a controlar el presunto trasiego de armas desde la Nicaragua sandinista a la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN)”. Desde aquella época los militares hondureños merodean en el islote.
“Entonces, las soluciones de fuerza y militares en la actualidad no tienen razón de ser. Hay que insistir en la desmilitarización del golfo de Fonseca –que comparten El Salvador, Honduras y Nicaragua- para que esta zona sea un polo de desarrollo económico y social, tal como lo han pactado los gobiernos de la zona desde 2007”, apuntó finalmente el académico Martínez-Uribe.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/27/actualidad/1395893076_751068.html