San Salvador (5/3/2014)
Por Juan José Dalton
“La tregua entre las pandillas salvadoreñas se mantiene; es lo que nos han expresado los líderes pandilleros a nosotros los mediadores, a Monseñor Fabio Colindres y a mi persona. Decir lo contario me parece una declaración temeraria por parte de las autoridades”, manifestó a EL PAÍS, el excomandante guerrillero Raúl Mijango, otro de los mediadores con las temibles bandas conocidas ya mundialmente como maras.
Las autoridades locales han afirmado que la tregua ya no está vigente debido a la escala de los homicidios en los últimos meses. Cuando se inició el también conocido "proceso de pacificación”, en marzo de 2012, el promedio de homicidios bajó de 14 a 5,5 al día. Poco a poco, ese promedio aumentó a 6, 7 y, en la actualidad, se encuentar en 8,5 asesinatos diarios, en su mayoría atribuibles a “pugnas y purgas” entre las maras Salvatrucha y Barrio 18. Socialmente, tampoco ha disminuido la percepción del temor a las pandillas, que continúan con las extorsiones y desaparición de sus víctimas, que luego son localizadas en cementerios clandestinos.
Eso ha motivado las recientes declaraciones de los más altos mandos de la Seguridad Pública en el sentido de que la tregua entre las maras era un proceso agotado o prácticamente inexistente debido al incremente de los homicidios en los últimos meses. “No podemos asegurar realmente si la tregua entre esos grupos ha finalizado porque no somos partícipes; nosotros, por ley, perseguimos el delito. No hemos cambiado nuestros planes antidelincuenciales”, aseguró el subdirector de la Policía Nacional Civil (PNC), Mauricio Ramírez Landaverde, quien fue enfático en decir que “existen amplias zonas en el territorio nacional en las que nunca cesaron ni los homicidios ni las extorsiones de las pandillas”.
Ramírez Landaverde sostiene que en los departamentos o provincias de la región oriental (San Miguel, La Unión, Morazán y Usulután), así como en la región central (La Paz y Cuscatlán) y en algunos municipios de San Salvador “no ha habido ninguna conducta que nos oriente en decir que estos grupos han disminuido o eliminado su participación en hechos delincuenciales. En algunos lugares sí se han reducido o han cesado los asesinatos y las extorsiones, pero no lo atribuimos a la declaración de la tregua”.
En contraste a lo que manifiesta el jefe policial, Mijango explica que “los únicos que pueden clausurar la tregua son los jefes de las pandillas, que son quienes le dieron vida a este proceso. Ellos nos han expresado su voluntad de continuar con este esfuerzo. Pero vale decir que el proceso tiene problemas generados por las mismas autoridades de Seguridad Publica, porque en lugar de cooperar para que este proceso siga adelante, se han dedicado a sabotearlo”.
“Durante los primeros 15 meses de la tregua, los homicidios bajaron a 5,5 diarios. No obstante, se mantiene en 8,5 diarios, lo que es aún significativo en comparación a otras épocas”, afirma Mijango, quien reitera que las actuales autoridades de Seguridad Pública ahora niegan la mediación o facilitación entre los líderes que están presos y los que están en las calles, no permiten a Monseñor Colindres y a Mijango el acceso al interior de las cárceles y la policía tienen una “actitud guerrerista” contra los pandilleros.
“Y reafirmo: para resolver el problema de la violencia en El Salvador, se requiere no sólo de una tregua, sino del involucramiento de todos los sectores de la vida nacional y del acompañamiento de la comunicad internacional para darle la sustentabilidad que el proceso necesita”, apuntó finalmente Mijango.
La tregua en el terreno
El sacerdote de origen español Antonio Rodríguez - conocido como Padre Toño - es el párroco de una iglesia católica del municipio de Mejicanos, en la periferia de San Salvador. Allí funciona un Centro de Servicio Social Pasionista que tiene un exitoso programa de prevención de la violencia y de reinserción de pandilleros. “Lo más hermoso que se ha dado es que hay lugares donde se combina la tregua con programas de reinserción. Es nuestro caso: aquí, en mi zona, –antes considerada una de las más letales de El Salvador- hoy podemos decir que hay tranquilidad. Han disminuido los asesinatos y trabajamos para que disminuyan las extorsiones”.
“El gran problema que existe a nivel nacional es que no hay políticas claras de prevención, rehabilitación y reeducación. Estas solo se dan en algunas localidades. Es por eso que la tregua se ha debilitado y continúan los hechos delincuenciales. Contrario a ello nosotros impulsamos elementos básicos para la prevención: proceso psicosocial y espiritual; el diálogo, la formación y el empleo, así como la reconstrucción del tejido social comunitario, y es por eso que la violencia en mi zona ha disminuido”, según el Padre Toño.
Por Juan José Dalton
“La tregua entre las pandillas salvadoreñas se mantiene; es lo que nos han expresado los líderes pandilleros a nosotros los mediadores, a Monseñor Fabio Colindres y a mi persona. Decir lo contario me parece una declaración temeraria por parte de las autoridades”, manifestó a EL PAÍS, el excomandante guerrillero Raúl Mijango, otro de los mediadores con las temibles bandas conocidas ya mundialmente como maras.
Las autoridades locales han afirmado que la tregua ya no está vigente debido a la escala de los homicidios en los últimos meses. Cuando se inició el también conocido "proceso de pacificación”, en marzo de 2012, el promedio de homicidios bajó de 14 a 5,5 al día. Poco a poco, ese promedio aumentó a 6, 7 y, en la actualidad, se encuentar en 8,5 asesinatos diarios, en su mayoría atribuibles a “pugnas y purgas” entre las maras Salvatrucha y Barrio 18. Socialmente, tampoco ha disminuido la percepción del temor a las pandillas, que continúan con las extorsiones y desaparición de sus víctimas, que luego son localizadas en cementerios clandestinos.
Eso ha motivado las recientes declaraciones de los más altos mandos de la Seguridad Pública en el sentido de que la tregua entre las maras era un proceso agotado o prácticamente inexistente debido al incremente de los homicidios en los últimos meses. “No podemos asegurar realmente si la tregua entre esos grupos ha finalizado porque no somos partícipes; nosotros, por ley, perseguimos el delito. No hemos cambiado nuestros planes antidelincuenciales”, aseguró el subdirector de la Policía Nacional Civil (PNC), Mauricio Ramírez Landaverde, quien fue enfático en decir que “existen amplias zonas en el territorio nacional en las que nunca cesaron ni los homicidios ni las extorsiones de las pandillas”.
Ramírez Landaverde sostiene que en los departamentos o provincias de la región oriental (San Miguel, La Unión, Morazán y Usulután), así como en la región central (La Paz y Cuscatlán) y en algunos municipios de San Salvador “no ha habido ninguna conducta que nos oriente en decir que estos grupos han disminuido o eliminado su participación en hechos delincuenciales. En algunos lugares sí se han reducido o han cesado los asesinatos y las extorsiones, pero no lo atribuimos a la declaración de la tregua”.
En contraste a lo que manifiesta el jefe policial, Mijango explica que “los únicos que pueden clausurar la tregua son los jefes de las pandillas, que son quienes le dieron vida a este proceso. Ellos nos han expresado su voluntad de continuar con este esfuerzo. Pero vale decir que el proceso tiene problemas generados por las mismas autoridades de Seguridad Publica, porque en lugar de cooperar para que este proceso siga adelante, se han dedicado a sabotearlo”.
“Durante los primeros 15 meses de la tregua, los homicidios bajaron a 5,5 diarios. No obstante, se mantiene en 8,5 diarios, lo que es aún significativo en comparación a otras épocas”, afirma Mijango, quien reitera que las actuales autoridades de Seguridad Pública ahora niegan la mediación o facilitación entre los líderes que están presos y los que están en las calles, no permiten a Monseñor Colindres y a Mijango el acceso al interior de las cárceles y la policía tienen una “actitud guerrerista” contra los pandilleros.
“Y reafirmo: para resolver el problema de la violencia en El Salvador, se requiere no sólo de una tregua, sino del involucramiento de todos los sectores de la vida nacional y del acompañamiento de la comunicad internacional para darle la sustentabilidad que el proceso necesita”, apuntó finalmente Mijango.
La tregua en el terreno
El sacerdote de origen español Antonio Rodríguez - conocido como Padre Toño - es el párroco de una iglesia católica del municipio de Mejicanos, en la periferia de San Salvador. Allí funciona un Centro de Servicio Social Pasionista que tiene un exitoso programa de prevención de la violencia y de reinserción de pandilleros. “Lo más hermoso que se ha dado es que hay lugares donde se combina la tregua con programas de reinserción. Es nuestro caso: aquí, en mi zona, –antes considerada una de las más letales de El Salvador- hoy podemos decir que hay tranquilidad. Han disminuido los asesinatos y trabajamos para que disminuyan las extorsiones”.
“El gran problema que existe a nivel nacional es que no hay políticas claras de prevención, rehabilitación y reeducación. Estas solo se dan en algunas localidades. Es por eso que la tregua se ha debilitado y continúan los hechos delincuenciales. Contrario a ello nosotros impulsamos elementos básicos para la prevención: proceso psicosocial y espiritual; el diálogo, la formación y el empleo, así como la reconstrucción del tejido social comunitario, y es por eso que la violencia en mi zona ha disminuido”, según el Padre Toño.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/05/actualidad/1394055380_750600.html